La mayor parte de las ciudades importantes de México cuentan con un centro histórico, entendiendo por éste como su parte más antigua, donde se fundó el pueblo y donde se asientan los mercados y comercios tradicionales. Regularmente los gobiernos dedican una atención especial y destinan presupuestos exclusivos para su mantenimiento dado el potencial turístico que muchos de ellos pueden llegar a tener.
A pesar de que el nombre de estas localidades urbanas evoca un contenido de sucesos relevantes ahí acontecidos, realmente son pocos los que cumplen con el requisito. El centro histórico de Saltillo es uno de ellos. Sus calles, casas y plazas guardan en su memoria el recuerdo de acontecimientos que cambiaron el rumbo del país. Y todo, a dos cuadras a la redonda de la Plaza de Armas.
Y fue precisamente en esa Plaza, entonces llamada “de la Independencia”, donde el General Antonio López de Santa Anna, el 27 de diciembre de 1835, pasó revista y arengó a sus tropas antes de salir a combatir la rebelión texana que quería escindirse de Coahuila y de la República Mexicana. Fue ahí también, donde 12 años después, militares del ejército norteamericano ejecutaron a varios soldados mexicanos, después de la Batalla de la Angostura.
Una cuadra más al norte, en el cruce de las calles Hidalgo y Aldama, se encuentra el recinto donde pernoctaron los principales jefes insurgentes durante 11 días, en marzo de 1811. Desde ahí, Miguel Hidalgo rechazó el indulto ofrecido por la Corona y desde ahí también partiría la comitiva hacia su fatal destino: ser apresados en Acatita de Baján por el traidor Ignacio Elizondo y luego fusilados en Chihuahua.
Sobre la calle de Juárez, a pocos metros de la Catedral de Santiago, se encuentra la casona en la que el Benemérito de las Américas vivió y donde instaló su gobierno errante a principios de 1864, perseguido y asediado por los conservadores, los franceses y Maximiliano de Habsburgo. Después de varios meses, de ahí partió con rumbo de la Laguna, lugar donde resguardaría, en la Cueva del Tabaco, el Archivo de la Nación.
En el salón principal del Casino de Saltillo, Francisco I. Madero y su esposa Sara Pérez bailaron un vals en celebración por su triunfo electoral, el derrumbe de la dictadura porfirista y la instalación de la democracia en México.
Desde el Palacio de Gobierno el entonces gobernador Venustiano Carranza, a diferencia del resto de los gobernadores del país, desconoció la designación presidencial que hizo el Senado a favor del usurpador Victoriano Huerta, quien había asesinado al presidente Madero. De ahí partió para firmar el Plan de Guadalupe y creando así el Ejército Constituyente, origen del Ejército Mexicano.
A dos cuadras de ahí, sobre la calle de Allende, nació y vivió su infancia quien es considerado por muchos como el mayor talento de la poesía nacional, ocupando un lugar especial en el parnaso mexicano: Manuel Acuña.
El centro histórico de Saltillo es realmente histórico. No dejen de venir a conocerlo y disfrutarlo.
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