En esta ocasión te platico del primer Reglamento de Tránsito que tuvimos en esta hermosa ciudad de Saltillo. En el mes de abril del que ya pareciera lejano año de 1912 el Ayuntamiento de esta ciudad le propuso a don Venustiano Carranza, quien era el Gobernador del Estado, un reglamento el cual fue aprobado tanto por el futuro Presidente de México como por el Cabildo.
Un reglamento que pareciera sencillo no sólo de acatar sino hasta de aprendérselo de memoria, pues consistió en sólo 13 artículos.
Se contemplaban reglas como que aquellos que tuvieran un vehículo a gasolina contaran con una licencia, la cual sería solicitada al propio presidente municipal, pero no vaya a creer estimada y estimado Saltillense que sólo era ir a pedir el permiso, ya que era obligatorio aprobar un exámen que aplicaría un mecánico o ingeniero, quien en su caso, extendería un certificado para dar fe que el conductor contaba con prudencia, sangre fría, seguridad de pulso, buena vista para girar según las circunstancias la dirección del vehículo, así como habilidad para frenar o detener el vehículo.
Ya cuando se le entregará la licencia a quienes contarán con esas habilidades, además de un vehículo, el permiso o licencia sería colocado en la parte trasera del carro.
La velocidad máxima autorizada para circular en nuestra hermosa ciudad de Saltillo era de 10 kilómetros por hora, y antes de que pensemos que era una lentitud como de tortuga, deje decirle que esa velocidad fue la acordada por la autoridad ya que era la de un caballo trotando.
Tal vez en aquel pequeño Saltillo era fácil llevar un listado de quienes contaban con un automóvil, tan fácil que se anotaban en un libro y en ese mismo libro se llevaba la relación de accidentes ocasionados por cada conductor. Por cierto, este reglamento señalaba que al llegar a cada esquina, el conductor tenía la obligación de hacer sonar un timbre o corneta, evitando hacer ruidos exagerado para así no asustar a los animalitos que estuvieran cerca.
En el artículo noveno se estableció que las carreras de autos estaban estrictamente prohibidas, salvo aquellas que cuenten con el permiso del señor presidente municipal, quien por cierto era don Severiano Rodríguez.
Todos los autos deberían de contar con luces, las cuales podían ser blancas o verdes hacia adelante y, por supuesto, como hasta en nuestros días roja hacia atrás.
Lo bueno para el ayuntamiento y nada bueno para el automovilista era por supuesto el pago de las contribuciones, las cuales eran: cada permiso para manejar un automóvil tenia un costo de 5 pesos, se pagan 10 pesos por cada automóvil que se ponga en uso, mientras los automóviles de sitio pagaban mensualmente entre 5 y 15 pesos
Eso sí las infracciones a este reglamento eran designadas por el presidente municipal, las cuales además de un arresto al infractor se le sancionaba con una multa que iba desde los 5 hasta los 100 pesos.
Tal vez desde ese primer reglamento de tránsito los Saltillenses nos dimos cuenta que no es necesario usar las direccionales para cambiar de carril, y eso es algo que tenemos que cambiar.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx