El pasado fin de semana estaba en compañía de mi esposa en “El Sufrido”, pequeña propiedad ubicada en el Municipio de Galeana, Nuevo León, y colindante con la población San Antonio de las Alazanas, Municipio de Arteaga, Coahuila.
Llegaron de visita mi hija mayor y mis dos nietos. Debido a esto, Cristina calculó que la comida que había dispuesto no alcanzaría y me pidió que fuera a San Antonio de las Alazanas a comprar un pollo asado para mi hija y mis nietos.
Llegué al pequeño poblado y me dirigí a uno de los lugares donde venden pollo asado, y en donde también hacía dos semanas habíamos comprado unos pollos a 100 pesos cada uno.
Al llegar con el despachador, me percaté de una cartulina pegada en la pared que decía que el costo de los pollos era de 120 pesos, a lo que pregunté al encargado del porqué del incremento del 20 por ciento, y me contestó lo siguiente: “Es que a 100 pesos estábamos trabajando de a gratis. Si usted encuentra dónde se los dan más baratos, yo se los regalo”. Me quedé callado esperando el pollo pedido y analizando la elocuente respuesta.
Punto 1.- Nadie trabaja de a gratis, en todo caso sacrifica utilidad para poder vender sus productos.
Punto 2.- Hace ya varios meses los turistas dejaron de visitar ese poblado y sus alrededores debido a la pandemia del Covid-19, por lo que los comerciantes no tuvieron ingresos suficientes.
Punto 3.- Con la cosecha de la manzana que se da en agosto y septiembre y con la llegada del turismo hay dinero circulando lo que reactiva la economía de la población.
Punto 4.- De acuerdo a la Ley de Oferta y Demanda, a mayor oferta precios más bajos; a mayor demanda precios más altos.
Por lo anterior, debido a la escasez de visitantes los precios de los productos tuvieron tendencia a la baja, ya que a los comerciantes les interesaba mantener sus negocios, aunque fuera con baja utilidad; ahora que está regresando el turismo y que los mismos pobladores tienen mayores ingresos por la venta de las manzanas, los precios tienden al alta por el aumento de la demanda y porque el o los productos que ofertan se vuelven escasos.
Es muy probable que los comerciantes de los pequeños poblados no sepan de los principios rectores de la micro o macroeconomía, como lo sabe y lo escribe Gregory Mankiw en su libro “Principios de Economía”, pero lo que sí saben es que tienen que aprovechar las temporadas de afluencia de turistas o la cosecha de manzanas, ya que sus productos se venden al precio que el mercado establezca. Es decir, si el comerciante pone un precio a su producto y éste se vende, así lo mantendrá o incluso lo elevará, pero si no se vende tiene que bajarlo de precio hasta que el mercado lo acepte.
En fin, me regresé con mi pollo a “El Sufrido” y mi hija y mis nietos lo disfrutaron.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.
Juan Carlos Guzmán
Nacido en Mapimí, Durango, se desempeña en áreas administrativas privadas y públicas. Sus pasiones: La familia, viajar, caminar en el campo y correr.
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