El desfile del Día de Muertos es la ocasión perfecta para pedir perdón a López-Gatell.
Ahora que se acerca el Día de Muertos, quizá los casi 200 mil fallecidos, entre los aceptados por las estadísticas oficiales y los detectados como muertos excedentes por diferentes investigaciones periodísticas, así como sus familias, deberían estar pidiendo perdón al sonriente Dr. Hugo López-Gatell por criticar su desempeño.
Parece que ni los muertos, sus familiares o el resto de los mortales, entendemos la calidad de los servicios que presta a México este político metido a epidemiólogo, o al revés, ya no sé, pero bien que lo hace el presidente.
Luego de la participación de la senadora Lily Téllez en la cual reclamó con datos, aunque de manera un tanto teatral, el desempeño del subsecretario de Salud, el presidente aseguró que habían maltratado a su muchacho, su Golden Boy, cuando deberían estar pidiendo perdón por el tiradero que habían dejado los neoliberales en el ámbito de la salud.
Por cierto, dicen los neoliberales que para mejorar una situación, primero debes poder medirla, y eso sí lo ha hecho Gatell, ha medido el tamaño de la pandemia en términos de contagiados, muertos, camas de hospital, respiradores y todo lo que se le ocurra a usted, está en alguna estadística, que hay subregistros, pues sí, los hay, como en todo el mundo, pero ese no es el problema.
Una vez que se ha medido una situación, lo importante es saber qué hacer con los datos y, hasta hoy, Gatell y sus auxiliares, incluyendo al secretario de Salud, han actuado como notarios, es decir, solo dan fe de las estadísticas, pero no hacen nada con ellas, o quizá no nos dicen qué hacen porque somos tan tontos que no lo entenderíamos.
Cada día en su conferencia de prensa salen a mostrar los números que tienen, exponen los escenarios, muestran las gráficas, pero ¿ha visto o escuchado que a partir de estos datos se exponga alguna estrategia? Yo no, salvo que la estrategia sea esperar a que todos nos infectemos para alcanzar la inmunidad de rebaño, ah, sí y mantener camas y respiradores disponibles, aunque haya gente muriendo en sus casas.
Más bien por las tardes Gatell explora su vocación de conferencista, escucha su melodiosa voz hablando para sí mismo, explicando por qué todos los demás están equivocados, pero él no y tiene razón, no se ha equivocado ni una sola vez, porque no ha hecho nada. Oh, Narciso.
Cuando sus críticos dicen que se equivocó en sus pronósticos en cuanto al número de muertes, creo que quienes se equivocan son los críticos, López-Gatell planteó varios escenarios, uno que calificó de muy catastrófico fue el de 60 mil muertos, que ya rebasamos por más del 30 por ciento, pero creo que en alguna ocasión dijo que hay escenarios peores, que alcanzan más de 120 mil muertos, en fin, algún escenario habrá por ahí que le dé la razón.
El caso es que el maestro Gatell ha dicho tantas cosas, que hasta tiene razón en eso de la disonancia cognitiva que sufrimos el resto de los mortales, a muchos nos choca que se diga desde hace meses que se ha domado la pandemia, que ya vivimos en la nueva normalidad y que, desde que vivimos ahí, hayan muerto más de 60 mil personas, al menos en las estadísticas oficiales, ya que en la realidad pueden ser más.
Por cierto, creo que él no es, ni puede ser víctima de la disonancia cognitiva, porque solo ve escenarios, no realidades, así que no puede haber choque entre lo que él piensa y lo que sucede fuera de su cabeza.
Por lo que vemos, la nueva tradición del desfile del Día de Muertos que se realiza en CDMX desde que Bond, James Bond, lo puso de moda, debería ser aprovechada para que este año se realice en honor de Gatell, que el tema sea “Perdón, Gatell, perdón, no te merecemos”.
Ya lo dijo su patrón, deberíamos estar pidiendo perdón. No sabemos de qué, ¡pero quien manda, manda! Por vida de Dios.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.
Juan Palacios
JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.