Es interesante leer los estudios históricos que escribe José Alberto Rodríguez y en los cuales sostienen la enorme carga de sangre africana (raza negra) en los vastos dominios territoriales del Municipio de Linares.
El chichimeco que aquí estaba, el hispanoamericano que después llegó, y con él los grandes rebaños de ganados menores, atendidos por pastores de raza negra
Americanos, europeos, africanos… es síntesis de sangre de las familias que aquí quedamos, y es bueno que se signifique en algún monumento, como el que elaboró el señor Dueñas a la entrada de la Ciudad de Linares, viniendo de Monterrey o Hualahuises, que lo mismo da.
El español, el indio natural de estas regiones. Falta la raza africana, y ahí sigue…
Nosotros escribimos de la citricultura, de quienes impulsaron el cultivo del cítrico, sembrando las primeras huertas de naranja, de tanjerina, de pomelo, y ellos en algún lugar, plaza pública o entrada o salida de la ciudad, merecen un reconocimiento.
Además de ellos, los huerteros, un grupo que dio vida económica a la región naranjera: Los pizcadores de naranja.
Ya escribiremos de ellos, que también merecen su monumento.