La ausencia de la opción de una segunda vuelta entre los dos punteros en la legislación electoral provoca que partidos con posibilidades reales de ganar solos busquen aliarse, ante un enemigo en común.
«Quien encabece la coalición deberá cumplir con los valores de Morena, firmar un juramento de principios y comprometerse al 100 por ciento con el proyecto de la Cuarta Transformación», Mario Delgado, presidente nacional de Morena, 22 de noviembre de 2020, en Nuevo León.
Las alianzas electorales son habitualmente muy criticadas por muchos ciudadanos y actores políticos y la semana pasada tuve la oportunidad de leer en redes sociales muchas críticas a la posible alianza entre el PRI y el PAN para ir por la gubernatura de Nuevo León; destacaban dos completamente opuestas, y lo más raro, con el mismo origen: gente simpatizante de Morena y de la alcaldesa de Escobedo, la ex priista Clara Luz Flores, hoy principal aspirante a la candidatura de Morena.
Por un lado, comentaban que era de esperarse que el PAN y el PRI son lo mismo; por otro, señalaban que era imposible que se diera porque históricamente han sido rivales en este estado y bastaba recordar que en las elecciones de hace 3 años el PAN perdió la impugnación en tribunales del triunfo en Guadalupe de la priista Cristina Díaz. Y en Monterrey después de perder en los tribunales y que se ordenara una segunda elección, al perder el PAN en esa instancia acusó de robo en la elección al actual alcalde Adrián de la Garza.
En las primeras versiones de la posible alianza se mencionaba a De la Garza como potencial candidato, al ser el casi seguro candidato del tricolor y ante la ausencia de un candidato fuerte en Acción Nacional validado por el partido, no por la ciudadanía, pero esta opción se cayó antes de siquiera despegar; era mucho el resentimiento entre los panistas de la elección previa en Monterrey para siquiera ponerlo en la mesa de las negociaciones.
Finalmente, no hubo alianza entre el PRI y el PAN, y las razones reales sólo las saben los directamente involucrados. Lo que sí sucedió al final en esta negociación es que el tercero en la alianza, el PRD, que en el estado aporta una cantidad pequeña de votos se fue con los priistas. En el 2018 apenas tuvo 20 mil 947 sufragios en la elección de diputados locales, solo el 0.95 de la votación total, a muchos podrá sonar insignificante, pero en una elección cerrada puede ser la diferencia.
En la otra alianza que se concretó, la de Morena, PT, PVEM y Nueva Alianza, la única sorpresa es el partido ligado a los maestros, hubiera sido noticia que se salieran del redil de Morena alguno de los aliados de la 4T, dicho de otra manera ya se daba por descontado este acuerdo.
LA CHIQUILLADA
Cuando los partidos de poco arrastre electoral, conocida popularmente como “la chiquillada”, son parte de una alianza, la principal crítica es que solos difícilmente conseguirían mantener el registro y, por esa razón, buscan sumarse a una opción ganadora que les genere votos.
Sin duda que esta crítica es cierta, sobre todo, hace algunos años, pero se han hecho cambios en la legislación electoral que han eliminado abusos que se daban burlando la voluntad popular. Sólo para recordar, antes se votaba con un solo logo por los candidatos de la alianza y los partidos se repartían desde antes de la elección los votos, garantizando que la chiquillada tuviera los votos suficientes para mantener el registro.
Por fortuna esto ya lo modificaron desde hace algunos años y, aunque vayan en alianza, en la boleta vienen por separado cada partido. Basta ver que en 2018, pese al arrastre de López Obrador, el Partido Encuentro Social perdió su registro, así como Nueva Alianza, que fue aliado con el PRI, perdió su registro nacional, pero mantuvo el registro estatal en Nuevo León.
A los partidos grandes como Morena, PAN y PRI, en el 2021, le sirven estás alianzas para hacerse de pequeñas cantidades de votos que en una elección cerrada es mejor que estén de su lado que con otro partido.
Además, hay aún un espacio en la Ley electoral que permite burlar la voluntad popular, como lo ha hecho AMLO al conseguir una mayoría «ilegitima» en el Congreso federal. Lo realizado por los amlistas no es un invento de ellos, es algo que de manera habitual hacen tanto el PAN como el PRI en elecciones locales y federales.
Es una operación muy sencilla, se ponen en los partidos chicos candidatos que en realidad son miembros del partido grande. ¿Cuál es el beneficio si como quiera lograrían el triunfo si fueran abanderados por el líder de la alianza? Basta ver lo que hizo Morena en 2018.
La Cámara de Diputados federal cuenta con 300 legisladores elegidos directamente por el ciudadano; los otros 200 se distribuyen en base al porcentaje de votación obtenida en todo el país, buscando que ningún partido tenga en la Cámara una representación superior a su votación en un 8 por ciento, considerando el total de los diputados.
En esa elección, el PES obtuvo a través de la alianza 56 curules con sólo el 2.4 por ciento de los votos, quedando fuera del reparto de plurinominales al perder el registro, y el PT con sólo el 3.9 por ciento de los votos accedió a 57 diputaciones de mayoría, pero no perdió el registro.
Morena, pese a tener el 37 por ciento de los votos, sólo obtuvo 105 diputaciones, al no contabilizar las otras 113 como de su partido le permitió acceder a más diputaciones plurinominales.
Ya que se sentaron el Congreso, es más, poco antes para conseguir controlar el dinero del Cámara de Diputados, se quitaron las máscaras y se fueron a Morena. Hoy en el PES permanecen 22 y en el PT 39, aunque para fines prácticos todos obedecen las órdenes de López Obrador.
GRANDES PARTIDOS
La alianza que estuvo cerca de concretarse la semana pasada entre el PRI y el PAN llama la atención porque, por un lado, está un partido muy golpeado electoralmente en el 2018, pero que ha logrado construir una candidatura con posibilidades reales de ganar la gubernatura; y, por el otro, está el partido con más apoyo hacia las elecciones del próximo año, de acuerdo a la mayoría de las encuestas difundidas las últimas semanas. En otras palabras, no parece necesaria una alianza para obtener el triunfo.
¿Qué es lo que detona el interés de hacerlo? Pues que existe la posibilidad real de que Morena y el Presidente utilicen todos los recursos a su alcance, legales y no legales, para hacerse de la gubernatura de Nuevo León.
Basta recordar lo dicho por la diputada por Sinaloa, avecindada en Nuevo León, Tatiana Clouthier al defender el agandalle de AMLO a los estados y municipios en el presupuesto del próximo año. «Nuevo León recibe más de 10 mil millones de pesos anuales de forma directa a través de 620 mil beneficiarios a través de programas sociales», imagine usted que a cada uno de estos beneficiarios les digan que si no votas por Morena los conservadores del PRI y del PAN te van a quitar este apoyo de nuestro Presidente.
Esta es la menor de las cosas a las que temen en ambos partidos y en amplios sectores de la sociedad, por eso, aunque existe la posibilidad real de obtener una victoria, quien piensa que si Clara Luz es la candidata de Morena tiene en triunfo asegurado pecaría de ingenuo, pero el hecho de que no hayan ido juntos PRI y PAN le hace menos difícil la victoria.
Si existiera la posibilidad de una segunda vuelta en la elección de gobernador, no hubiera sido necesario buscar una alianza: aunque no es imposible, es poco probable que el ganador de la elección obtenga más de la mitad de los votos a su favor.
Es una asignatura pendiente que sería prudente que, ante el nuevo escenario de tres partidos fuertes en el estado, debería ser considerada por la siguiente legislatura para evitar tener gobernadores que de origen son rechazados por la mayoría de los ciudadanos.
Hay dos hechos que creo conveniente resaltar. Aplaudo (independientemente de si lo obligaron o no) la decisión de Adrián de la Garza de hacerse a un lado; demostró, a diferencia de Samuel García, que lo importante no es llegar al poder, sino sacrificarse por un bien mayor pese a haber invertido tiempo y dinero.
Y también la bajada de Colosio de la carrera por la gubernatura en MC, refleja algo que muchos suponemos: las posibilidades reales de MC no son como las encuestas las ponen, aun con Colosio como candidato.
Hace algunos años, en una reunión en El Norte, una consejera comentó que los partidos son los únicos responsables de asignar a sus candidatos, los métodos es lo menos importante, pues deben buscar la mejor opción posible a su alcance, que al final del día al decidir su voto la gran mayoría de los ciudadanos no considera cómo llegó a la boleta al decidir su voto.
Independientemente de cómo alcanzaron la candidatura de su partido, usted tendrá el poder de decidir entre las opciones que llegaron a la boleta, lo ideal sería que su elección fuera en base a la mejor opción y no a la menos peor. En realidad lo peor sería dejar la decisión a otros y después arrepentirse de que hayan decidido mal de acuerdo a lo que usted quería. En 194 días es la fecha, no lo olvide.
Y también para que no nos olvidemos de otros asuntos relevantes. Que no se nos olvide que hoy se cumplen 10 semanas del mal llamado sorteo del avión presidencial y, hasta ayer, nuestro líder no había dado el informe económico.
¡Hasta la próxima semana!
Edmundo Crespo Ruiz
EDMUNDO CRESPO RUIZ es periodista y economista egresado de la Facultad de Economía de la UANL, con más de 30 años de experiencia en medios de comunicación.