Los comicios de 2018 invirtieron la fórmula “presidentes débiles” igual a “gobernadores fuertes” iniciada con Ernesto Zedillo tras el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien defenestró sin miramientos a 16 virreyes. Nadie se preocupó entonces de la soberanía de los estados.
En ese río revuelto, el PAN, con Diego Fernández como capitán de pesca, ganó gubernaturas en las urnas y fuera de ellas. Sin embargo, en la campaña presidencial de 1994, cuando el jefe Diego parecía estar en la antesala de Los Pinos, Salinas le apagó los reflectores o pactaron para dejarle a Zedillo –beneficiario del voto sentimental por el asesinato del candidato original Luis Donaldo Colosio– el campo abierto.
El descontento acumulado contra las administraciones del PRI, PAN y PRD fue uno de los detonantes del triunfo abrumador de Andrés Manuel López Obrador.
El Presidente utiliza su fuerza para imponerse a los gobernadores y debilitarlos políticamente. Su amplía mayoría en el Congreso le permitió pasar sin cambios un presupuesto austero para 2021.
Los estados recibirán 87 mil 157 millones de pesos menos con respecto al año en curso por concepto de participaciones, aportaciones, convenios y subsidios. La Secretaría de Hacienda y la Unidad de Inteligencia Financiera también hacen su parte para poner a raya a los ejecutivos estatales.
El gasto público “se repartía en el pasado como botín (…). Porque la función del Gobierno no era beneficiar al pueblo, sino facilitar el saqueo de unos cuantos, que eran los hijos predilectos del régimen. (…) El presupuesto era para tener contentos a todos los del Gobierno y que hicieran la vista gorda para que a sus anchas unos cuantos se beneficiaran de los bienes del pueblo y de la nación. (…) Antes no importaba lo que se hacía con el presupuesto (…) se destinaba para tener a la llamada clase política y a los traficantes de influencia contentos, y se ‘maiceaba’ a todos”, declaró el presidente López Obrador en una gira por Baja California, realizada del 27 al 29 de noviembre. Esta es la única de las 15 entidades que nombrarán Gobernador el 6 de junio próximo, con bandera de Morena.
La mayoría de los gobernadores son indefendibles, otros adolecen de ilegitimidad y 14 de ellos, conscientes de que el año próximo podrían ser relevados por un representante de la Cuarta Transformación, prefieren tener la fiesta en paz para no exponerse a ser investigados por delitos de corrupción o de distinta índole.
Sin embargo, nadie les garantiza impunidad. El plan del Presidente consiste en centralizar más el poder para aplicar en los estados los programas sociales, el combate a la venalidad y la eliminación de privilegios bajo los criterios de la 4T.
En Ensenada, el Presidente se refirió a los comicios de 2021 y a la orientación electoral del gasto público: “el presupuesto se usaba para comprar lealtades, conciencias, votos, había partidas de moches para todos”. La alternancia política en los estados se inició en Baja California en 1989 con el PAN. Veintinueve años después, Morena hizo carro completo. Acción Nacional y el PRI irán juntos en las elecciones intermedias. “Imagínense eso”, advirtió López Obrador, “se están quitando las máscaras los que engañaban que eran distintos. Qué bien que esto esté pasando, que no haya simulación, que no haya hipocresía”.
El partido con más gubernaturas en juego es el PRI (ocho), seguido por el PAN (cuatro). En Nuevo León, donde la alianza PRIAN no prosperó, la sucesora de Jaime Rodríguez, será la morenista Clara Luz Flores, de acuerdo con las encuestas.
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