Quien crea que fue un error de López Obrador el intento de aprobar la reforma eléctrica debería pensarlo otra vez.
«La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla», Gabriel García Márquez.
Hace algunos días un analista señalaba que el presidente López Obrador había citado mal a Jorge Luis Borges, dijo además, que esas citas se realizan para «parecer cultos», pero que en realidad AMLO no había entendido el pensamiento de Borges.
Puede ser que así sea, pero si «por sus frutos los conoceréis», lo más probable es que López Obrador en realidad a quien sí entiende es a otro escritor latinoamericano: Gabriel García Márquez.
En la cita con la que iniciamos este escrito me parece que se refleja la forma en que el presidente entiende la política: al final de cuentas no importa lo que sucede, sino cómo se relatan esos sucesos.
Así pasa por ejemplo con el caso de la Reforma Constitucional de la Industria Eléctrica que le fue rechazada por la Cámara de Diputados. Hoy se festina que la propuesta haya sido rechazada y se critica la aprobación de la ley que nacionaliza el litio, debido a que, de alguna forma esta ley no tiene razón de ser dado que ya el litio era propiedad de la nación.
Sin embargo, creo que hay que poner en contexto estos dos hechos.
Primero que nada, si realmente la reforma eléctrica era una prioridad para el presidente, debió haberla mandado cuando tenía mayoría calificada en el Congreso, así lo hizo con aquellas reformas que le eran más importantes.
En el contexto del T-MEC esta reforma le generaría más problemas que ganancias de cualquier tipo. Las consecuencias internacionales, por más que la retórica nacionalista se imponga, siempre han importado al presidente, con Trump tenía claro que las respuestas serían inmediatas y por ello se plegaba a los deseos del expresidente norteamericano; con Joe Biden, ha medido los límites, hasta dónde puede estirar la liga en cada una de las situaciones en que se han confrontado.
La reforma eléctrica, que violaba algunos capítulos de un T-MEC que, guste o no, fue aprobado por AMLO, habría sido generadora de conflictos que podían haberse resuelto durante este sexenio, por lo cual no era conveniente pasarla cuando tuvo posibilidades de aprobarla, eso, en caso de que realmente quisiera llevar a cabo la dichosa reforma, hoy, en el remoto caso de que se hubiera aprobado, los costos los pagaría el siguiente presidente.
La verdad es que el costo político siempre estuvo presente en el cálculo de pasar no solo la reforma eléctrica, sino la electoral y la referente a la Guardia Nacional, ya que las tres tendrían consecuencias de carácter internacional y quizá locales.
Y es aquí en que debemos tener en cuenta el otro contexto, el político electoral: La Sucesión.
En este contexto pasar la ley minera, pese a que el litio ya era propiedad de la nación, tiene que ver con el que no se aprecie la derrota anterior en su exacta dimensión, en contar otra versión de los hecho. Tiene que ver con «vivir para contarla». Creo que López Obrador se ríe de sus críticos cuando lo consideran tan ignorante como para no entender lo que él mismo hace.
Por supuesto que junto a esta ley se presenta la campaña para etiquetar como traidores a la patria a los diputados que votaron en contra de la reforma eléctrica, es una forma de impulsar, desde ya, a sus seguidores a una polarización cada vez más aguda, se trata de ganar la batalla en la imagen, quién es quién por lo que respecta al bienestar del pueblo.
Es una apuesta por demás interesante, la pregunta en todo caso es ¿será suficiente para hacer qué su «corcholata» gane las elecciones? Eso es lo que está por verse, a menos que… no haya sucesor/a.
Dentro de esta misma lógica se inscriben las reformas Constitucionales a las leyes electorales y la Guardia Nacional. No se trata de ganar, de revocar la ley, sino de marcar territorios.
Insisto, la pregunta es si con eso alcanza.
Llevar a cabo la revocación de mandato pese a que nadie la estaba pidiendo, al menos no desde la oposición, creo, cae en una lógica distinta a la originalmente pensada, ya que se diseñó como una forma de impulsar su movimiento desde el poder, utilizando su propia imagen, con la finalidad de dar la estocada final a los partidos de oposición. Si se hubiera aprobado tal y como estaba planteada, habría coincidido con las elecciones intermedias y, seguramente, le habría permitido conservar la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Ya no lo sabremos a ciencia cierta.
Sin embargo, creo que fue una forma de mostrar desde dónde parte Morena en la carrera por la sucesión presidencial.
Por eso se negó el presupuesto para que se llevara a cabo el proceso, para que no se instalaran todas las casillas necesarias. Con ello, en caso de un desaguisado, siempre se podría multiplicar, como lo hicieron, un supuesto voto potencial.
15 millones de votos fueron emitidos en favor de que el presidente continuara hasta el final de su mandato, pero esos 15 millones ya fueron multiplicados hasta por 3 frente al imaginario de sus seguidores. También se ensayaron las consecuencias de mover el aparato de gobierno para un ejercicio electoral y no se ha visto que estas existan.
Si bien es cierto que en la elección presidencial las cosas pueden resultar distintas, con esto se genera la impresión de que la oposición no tendrá oportunidad en las siguientes elecciones, imagen que impulsan también muchos de los analistas que comulgan con la 4T.
El caso es que AMLO ya se está preparando para «contarla».
Para la oposición el problema es que, salvo la imagen de que «juntos pueden hacerla», no se ve una estrategia conjunta, menos una narrativa que pudiera justificar un triunfo suyo, menos ante unos seguidores exaltados de la 4T. Y ya no digamos un candidato que la una.
Falta mucho para el 2024, pero se van perfilando los escenarios. Mientras terminaremos con otra frase, esta de Mario Puzo en boca de Vito Corleone: «Tus amigos siempre deben subestimar tus virtudes, y tus enemigos siempre deben sobrevalorar tus defectos» parece que solo una de estas premisas se está cumpliendo.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusivo de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasomx
Juan Palacios
JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.