A partir de la fallida Revocación de Mandato inicia una encarnizada lucha –entre la 4T y la oposición– por definir el modelo futuro del país.
Los rounds serán cinco: el primero, la reforma electoral de la 4T; el segundo, la reforma militar para integrar la Guardia Nacional a las fuerzas armadas para conformar una sola entidad militar con alcance nacional; el tercero, las elecciones en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas en 2022; el cuarto, las elecciones en Coahuila y Estado de México en 2023; y, el más importante, las elecciones en 2024 para definir el próximo Presidente de la República, 128 senadores, 500 diputados federales, 9 gubernaturas, 27 congresos locales, mil 580 ayuntamientos, 16 alcaldías y 24 juntas municipales.
Son cinco rounds de lucha libre, nivel desastre total ultraviolento, con “armas blancas –ideológicas y cebolleras– para atacar al contrincante y darle al público mexicano un espectáculo sangriento”.
Empero, el único round decisivo para ganar la lucha es el primero; definir el sentido de la reforma que define el tipo de sistema político electoral del país.
En reunión con legisladores federales de Morena, PT y Partido Verde celebrada el miércoles, las bocas de Adán Augusto López, secretario de Gobernación, y de Horacio Duarte, titular de la Agencia Nacional de Aduanas, delinearon la propuesta de reforma electoral de la 4T –enviada al Congreso en el último día de su período legislativo.
Esta reforma estructural, integrada por 18 artículos constitucionales y 9 transitorios, buscaría eliminar al INE (como lo conocemos), las magistraturas del Tribunal Electoral del Poder Judicial, los OPLE estatales, los tribunales electorales estatales y las senadurías y diputaciones federales plurinominales y los tiempos de difusión del órgano electoral para difundir la cultura democrática de participación ciudadana y electoral.
Intentaría además reducir de 11 a 7 el número de consejeros electorales del nuevo instituto electoral (llamado Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC)), el número de diputados federales (de 500 a 300) y locales (entre 15 y 45 de acuerdo a la población), el número de senadores (de 128 a 96), el número de regidurías, el financiamiento a partidos políticos que tendrán subsidio sólo durante los períodos electorales.
Esta reforma ampliaría, por otra parte, las excepciones para que funcionarios públicos realicen tareas de propaganda electoral, impulsaría las elecciones de los consejeros del INEC y del nuevo tribunal electoral mediante una elección popular directa e instalaría una sola ley electoral para el país.
¿Cuáles son las implicaciones de esta reforma para una democracia tan frágil por su inmadurez, propia de sus cortos 22 años?
De ser exitosa esta reforma: 1.- Centralizaría el destino de toda competencia electoral –federal, estatal y municipal– en un solo puño; el de la 4T. 2.- Controlaría el INEC y el nuevo tribunal electoral mediante la figura de la democracia directa. El voto duro de Morena –15 millones– es suficiente para otorgarle ese control. 3.- Burocratizaría y entorpecería –al centralizar toda actividad electoral del país en el INEC– los procesos político electorales de México. 4.- Castraría, también, el federalismo político que respeta y afirma la soberanía de cada una de las 32 entidades de la república. En ese sentido, la reforma también nos regresaría a los años 70. 5.- Eliminaría la pluralidad política (y representación de las minorías) en el Congreso y el Senado a través del corte súbito no progresivo de las posiciones plurinominales. 6.- Permitiría el uso de recursos públicos por parte de los funcionarios públicos para realizar propaganda electoral a favor de su partido político.
Adán Augusto y Horacio fundamentaron su propuesta con dos argumentos consabidos, por oscuros y falsos: “la reforma es un reclamo del pueblo” y sin duda “traerá un ahorro considerable”.
Sin embargo, el meollo es otro: cimentar el edificio del autoritarismo en México para asegurar la permanencia de la 4T por los próximos 30 años.
Llegó pues, la hora de resistir y, desde ahí, parir la oposición ciudadana y partidista. Porque la lucha libre, nivel desastre total ultraviolento, ya inició. Y no hay retorno posible. So pena de fallarle a nuestro país.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción de opinión de PorsiAcasoMx