Debido a que las personas de menores ingresos son las que sufrirán en mayor medida los efectos negativos de la crisis económica que se viene por el COVID-19, la mayoría de los mexicanos coincidimos en que los primeros apoyos se tienen que focalizar a este sector, sin embargo, me preocupan dos aspectos, el primero es que los apoyos anunciados parecen insuficientes para hacer frente a la magnitud del problema y, segundo, que están tardado demasiado en ser entregados.
Para entender mejor la gravedad de estos aspectos, pensemos en ejemplos en concreto, como un vendedor ambulante que no tuvo opción como otras personas de iniciar el aislamiento en la fecha recomendada, porque sus ingresos dependen por entero de sus ventas diarias, pero a pesar de que ha seguido trabajando, como casi no hay personas en la calle, sus ingresos se han reducido a menos del 20 por ciento de lo que ganaba antes, donde apenas completaba para cubrir sus necesidades.
Esta persona y su familia no tienen de qué vivir, tampoco es factible que busque otro trabajo, precisamente en el momento en que nadie está contratando. Un crédito del gobierno le podrá servir quizá para poner de nueva cuenta en marcha su puesto, una vez pasada la Jornada Nacional de Sana Distancia, pero mientras tanto, ¿cómo va a sobrevivir?
Considero que uno de los eslabones que ha faltado en la estrategia es precisamente apoyar a todas estas familias que no están teniendo ingresos, sobre todo partiendo del hecho de que el 60 por ciento de la fuerza laboral en México trabaja en el sector informal, por ejemplo, se debería pensar en un gran programa de asistencia alimentaria que reparta alimentos o al menos los venda a costo muy bajo.
También un programa de ayuda focalizada para personas que se han quedado sin ingresos, con una especie de renta mínima mensual, que se establezca con base en la línea de pobreza trazada por el Coneval, por el tiempo que dure la Jornada Nacional de Sana Distancia.
Pero lo que urge más es la celeridad en la entrega de los apoyos, hace unos días el propio Presidente mencionaba que la ayuda a las microempresas comenzarán a fluir a partir del 4 de mayo, cuando en realidad estas empresas llevan semanas tratando de mantenerse a flote y la lógica indica que lo óptimo hubiera sido empezar con la entrega de apoyos desde hace semanas, como muchos países de la región ya lo han hecho.
Se debe reconocer que hay esfuerzos por parte del propio Gobierno Federal que encuadran en la lógica de entregar apoyos de forma expedita, como la distribución anticipada de ayuda a personas de la tercera edad y a quienes tienen alguna discapacidad, precisamente para prevenir que éstos salgan en este periodo de cuarentena.
Debido a lo anterior, urgen acciones que vayan más allá de los programa sociales que estaban establecidos antes de la contingencia, porque ellos ya formaban parte de los complementos a los ingresos de las familias, es decir, se requiere de acciones que tomen en cuenta las necesidades de los más desfavorecidos en el marco de la pandemia, para ayudarlos a sobrellevar la situación lo mejor posible.
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