Las elecciones para renovar al inquilino de la Casa Blanca están ya a la vuelta de la esquina. La política económica de Trump no ha dado resultado y la pandemia sólo le vino a poner el panorama más oscuro. Cada día que pasa su reelección se ve más complicada y menos probable.
Trump, al igual que otros presidentes republicanos, le apostó a la estrategia económica “del lado de la oferta”. Es decir, estableció reducciones de impuestos muy extensas para grandes empresas, junto con un recorte sustancial al gasto social, principalmente a los programas de salud. La idea era adelgazar el gobierno y dinamizar la economía. El resultado ha sido malo, por decir lo menos.
El país está más endeudado que nunca, la desigualdad ha crecido, la polarización social está en sus máximos y la esperanza de vida sigue reduciéndose. La desregulación ambiental y financiera hacia el interior, así como la regulación al comercio internacional, completan los Trumponomics, término acuñado por el Nobel Joseph Stiglitz.
Al todavía presidente norteamericano ya se le agotó el discurso de culpar a los inmigrantes y a los tratados internacionales. Su popularidad sigue cayendo en picada. Por eso ya retomó, y en el futuro inmediato lo hará con mayor frecuencia e intensidad, sus ataques contra sus villanos favoritos: México y los mexicanos.
No importa que el presidente de México haya estado hace unas semanas en su Casa estrechando su mano. No importa que seamos su principal socio comercial y que acabemos de firmar un nuevo tratado. Menos importa que nuestro país haya asumido los costos políticos y económicos para detener a sus inmigrantes centroamericanos en la frontera sur. Nada importa. Para él, México es su traspatio que utiliza para sus beneficios personales.
Después de dormir durante muchos meses el sueño de los justos, el tema del muro volvió a despertar. Solo construyó unas pocas millas, algo así como el 5%, con tan mala suerte que los vientos del desierto le tumbaron una parte y alguien estuvo ahí para grabarlo. Ahora vuelve a amenazar con la misma cantaleta con la que hace cuatro años ganó la elección: que los mexicanos pagarán ese muro.
En aquella ocasión dijo que exigiría al gobierno mexicano el pago íntegro, después que lo cobraría en la emisión de visas. Nada de eso ocurrió. Ahora dice que lo hará mediante una cuota de peaje a los vehículos que crucen la frontera, lo cual tampoco ocurrirá. Si el cobro se hará solo a mexicanos, será una medida de difícil ejecución, además de que quienes realizan cruces frecuentes cuentan con la doble nacionalidad. Además, sería devastador para el comercio de sus ciudades del sur, ya de por sí en terapia intensiva. ¿Y los que viajan en avión no pagan?
No tengo duda que el tema ya no le será tan rentable políticamente en esta campaña. Es un cartucho que ya quemó. Sin embargo, lo que debemos entender es que México y los mexicanos estamos jugando en la elección presidencial de la principal potencia del mundo. Nos están dando un valor que, a veces, ni nosotros mismos nos damos. ¿Así o más fregones?
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