Quienes se encuentran en las capas más bajas de la economía mexicana, ven en el narcotráfico una salida rápida a su vida de pobreza, pero son ellos los que ponen las cuotas de muertos.
Desde la guerra contra las drogas de Felipe Calderón, se ha señalado a la pobreza como una de las causas no solo de la violencia que trae aparejada el problema del narcotráfico, sino este mismo. En aquel momento se dio casi unánimemente por válido el asunto, aunque voces desde la izquierda hicieron ver que enfocar así el problema era criminalizar la pobreza.
Precisamente por eso llama la atención el hecho de que hoy se siga invocando la pobreza, ahora unida a la desigualdad social, como una de las causas a atender para abatir los índices de participación de los jóvenes en el narcotráfico.
Supusimos que, como dijera tantas veces YSQ, un gobierno autodenominado humanista habría de analizar más detenidamente el tema y entender que, efectivamente al centrar la pobreza como una de las causas principales para que los jóvenes ingresen al mundo de narcotráfico, se estaba criminalizando a los pobres, pero no hubo tal, la respuesta fue un programa, “Jóvenes Construyendo el Futuro”, junto a las Becas Benito Juárez, para con ello intentar abatir la criminalidad.
La realidad es que este enfoque resulta sumamente simplista y no resiste un análisis serio, ya que parte de la idea de que los jóvenes ingresan al negocio del narcotráfico porque no tuvieron la oportunidad para estudiar una carrera o porque requieren dinero rápido, esto último puede ser cierto en muchos casos, pero no necesariamente solo entre aquellos jóvenes pobres.
El narcotráfico, subrayemos, es un negocio que genera miles de millones de dólares anuales, cuyo manejo y blanqueo requiere de habilidades y contactos que no tienen esos jóvenes a quienes antes se llamaba NiNi´s. Por eso hay autores que se preguntan por qué si los narcos ganan tanto dinero muchos siguen viviendo con sus familias parentales, la respuesta es sencilla, porque solo las cúpulas ganan mucho dinero, el resto apenas para vivir.
Esos jóvenes no tienen acceso a los circuitos en los cuales se lava el dinero, para ello se tiene que contar con personas que estudiaron por lo menos administración de negocios, si no es que algunas otras especialidades.
La realidad es que quienes se encuentran en las capas más bajas de la economía mexicana, ven en el narcotráfico una salida rápida a su vida de pobreza, sí, pero son ellos los que ponen las cuotas de muertos mientras otros son los que disfrutan de las mieles de las ganancias.
Y no, no hablamos únicamente de México, lo mismo ocurre en otros países en los cuales el lavado de dinero es toda una especialidad y algunos sectores del sistema bancario se llegan a especializar en ello. Es cuestión de preguntarle a Roberto Saviano, que algo ha escrito al respecto y en dos de sus obras apunta a uno de los municipios más ricos del país como parte de la trama de lavado.
Sí, creo que nadie podemos estar en contra de atender las causas de la violencia y el narcotráfico que nos aquejan, a condición de que el diagnóstico correspondiente sea realista y no un reflejo de las teorías de Klein que parten de algo similar a las conspiranoicas que tanto abundan hoy.
Así es que sí, atendamos las causas, pero hay que saber cuáles.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx
Juan Palacios
JUAN PALACIOS es educador de profesión, periodista por vocación. Editorialista en La Moneda, ABC, El Porvenir y Radio Alegría, en Monterrey.