Cursaba el cuarto año de instrucción primaria en el poblado de General Pedro María Anaya, cerca de la Estación Carrasco, en el Estado de Hidalgo, donde por cierto sufrí uno de los accidentes más delicados en mi vida y que afortunadamente no pasó a mayores.
Estación Carrasco es un lugar pintoresco con parcelas sembradas de alfalfa, maíz e incluso hortalizas, todo regado con aguas negras de la Ciudad de México. Carrasco está casi pegado a la presa Endhó, donde según se cuenta Arturo “El Negro” Durazo mandaba desaparecer los cuerpos de sus víctimas cuando fue Jefe de la Policía en la Capital del País. También está cerca de Tula Hidalgo, donde se encuentra uno de los centros arqueológicos del País famoso por los Atlantes de Tula, y a donde con frecuencia mis papás acudían a comprar el mandado y a veces nos llevaban.
Ya habíamos salido de la escuela y, acompañado de la familia, observamos a lo lejos que una locomotora que arrastraba un tren de carga se estaba quemando, y justo detuvo su marcha frente a donde nosotros nos encontrábamos, las vías del ferrocarril estaban como a 40 o 50 metros de distancia.
Eran nulos los esfuerzos que realizaba la tripulación por apagar el incendio que se originó en la parte inferior de la máquina, precisamente en el enorme tanque de combustible diesel de aproximadamente 3000 litros. A todos llamaba la atención, pues es algo que no se veía todos los días y más sorprendente aún para un niño de 10 años, esa era mi edad.
De repente se escuchó un fuerte estruendo y una enorme flama me cubrió por completo. Los daños que me causó me dejaron marcado de por vida: Quemaduras de tercer grado en mano izquierda y la parte izquierda del rostro, afortunadamente la camisa que portaba era de manga larga lo que me protegió los brazos.
La Cruz Verde me trasladó al centro de salud, donde con unas pinzas me quitaron la piel quemada.
En Carrasco, mi hermano Toño ya andaba de manita sudada. Y mi ahora cuñado Chalo y yo nos fumamos el primer cigarro, pero eso es otra historia.
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Juan Carlos Guzmán
Nacido en Mapimí, Durango, se desempeña en áreas administrativas privadas y públicas. Sus pasiones: La familia, viajar, caminar en el campo y correr.
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