«Las transacciones de tierra que se hacían estaban en boca de todos, se compraba y vendían enormes extensiones como si fueran telas.
La fertílisima hacienda «Purísima de Conchos, cuyo dueño fue don Pedro García Chávarri, fue vendida a Francisco Valdés, éste vende a Lauro Galván y finalmente la hacienda queda en manos de Carlos E, Tamez, quien intensifica el cultivo de Tabaco.
Manuel Gargollo, dueño de la Hacienda de Guadalupe, afectado moralmente por los problemas con sus comuneros en la hacienda de Moras y La Parrita hipoteca sus bienes, que son adquiridos en 1889 por el fideicomiso norteamericano «The Guadalupe Sindicatge Limited.
El capital extranjero irrumpía en la economía local y se comentaba que la llegada del ferrocarril del Golfo. Modificaría radicalmente los obsoletos métodos de producción agropecuaria con nuevas tecnologías.
Se hacían planes para reactivar la industria azucarera en la Fábrica La Unión. El piloncillo empezaba a perder mercado y se procedió a convertirlo en aguardiente.
Frente a la remozada Plaza Hidalgo, el abandonado mesón de don Guillermo Morales era puesto a subasta, y su albacea, José Ardines Morales, recurrió respetuosamente ante el gobernador Lázaro Garza Ayala para que se le adjudicara ese bien, que fue de su abuelo. Ofrece $4,000.
Pocos años después ese terreno sirvió para construir una nueva casa consistorial, que actualmente todos conocemos como El Palacio Municipal.
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