El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, perdió la reelección, pero obtuvo un triunfo inesperado. No para él, sino para la libertad de expresión de la que ha abusado tanto. Carlos Fuentes advierte en su libro Personas: “La paradoja feliz de la democracia es que debe garantizar todas las opiniones, incluso las que no son democráticas”. Trump es todo —megalómano, mitómano—, menos demócrata. En el debate sobre la interrupción de su discurso del 5 de noviembre, las televisoras ABC, NBC y CBS salen mal libradas, a diferencia de Fox News y CNN, las cuales mantuvieron la transmisión con advertencias de que el Presidente hablaba de fraude sin pruebas.
Javier Mariscal presenta en el bisemanario Espacio 4 (653) opiniones de expertos entrevistados por el diario argentino Perfil (07 11 20) acerca de si “las cadenas televisivas, y otros canales, como el diario USA Today, hicieron lo correcto”. Para la mayoría, se trató de “una forma de censura”.
“Como medio privado, yo puedo decidir si lo pongo o no y cuánto tiempo al aire, pero mis razones no deben incluir el argumento de que miente; hacerlo así es imponerle un criterio a una audiencia que consideramos que requiere tutela. ¿Sacarlo del aire porque miente? ¿Acaso quienes te consumen siempre van a recibir lo que es cierto, nada que sea mentira? ¿Quién garantiza eso? En este caso, confrontar lo dicho contra datos y hechos debió ser la reacción periodística”, Néstor Sclauzero, director de RePerfilAr y exdirector de la televisión pública.
“Desde mi punto de vista, la decisión es un tipo de censura. Quien se adjudica el poder de cancelar hoy a Trump, mañana puede cancelar a Biden o a cualquiera. Se deben contrarrestar las falsedades con pruebas en lugar de silenciar a quien las dice”, Silvia Ramírez Gelbes, lingüista y directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.
“No comparto la decisión de sacar a alguien de la escena pública en el momento en que se expresa.
Lo mejor hubiera sido invitar a un político, a un politólogo o alguien del Estado fuera del ámbito del Poder Ejecutivo para buscar la manera de restablecer la verdad sobre el asunto”, Luciano H.
Elizalde, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.
“Es una decisión de fuerte impacto que convierte a NBC, CBS y ABC en protagonistas de un hecho político que agrega una polémica innecesaria a la tensa definición electoral. Creo que debieron dejarle concluir, sin importar si para el periodista de turno lo que dijo era verdadero, falso, justo o injusto, mientras no haya un delito evidente como la incitación al odio.
La audiencia tiene derecho a enterarse y sacar sus propias conclusiones. La labor del periodismo es informar, no censurar. Decir: ‘Señores, el Presidente está diciendo esto’, y después abrir lo dicho al debate y escrutinio público”, Gonzalo Terra, gerente de Noticias de Canal 4 de Uruguay.
“La mentira no se mata de una vez. La decisión de sacar del aire a un Presidente en funciones se basa en esa ilusión, pero es contradictoria porque ese hecho refuerza las teorías ‘conspiranoicas’ que esgrime Trump.
La decisión de censurar solo se entiende por el hartazgo de cuatro años de su circo. Lo bueno, si acaso, es que quienes quieren institucionalizar la mentira observen que hay un periodismo que, aunque puede equivocar el método, busca cumplir con su objetivo: proteger la verdad”, Fernando Ruiz, profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral.
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