Coahuila era, hasta este miércoles, el décimo estado del País con mayor número de casos de coronavirus y el decimoprimero en muertes. Los datos de las secretarías de Salud federal y local en general coinciden, aunque la primera registraba (al 29 de abril) 369 contagios y la segunda, 398 (ayer la cifra aumentó a 437 y 41 fallecimientos). En cuanto a municipios coahuilenses infectados, la autoridad nacional contabilizaba 21 y la estatal, 19. Monclova, Frontera y Castaños concentran alrededor de 60% de los enfermos por Covid-19.
Torreón y Saltillo suman ya 56 y 47 personas contagiadas, con tres y dos decesos, respectivamente, a pesar de ser las ciudades más pobladas del estado. A escala nacional, Ciudad de México, Estado de México y Baja California son las entidades con mayor número de casos y fallecimientos (4 mil 782/389, 2 mil 863/143 y mil 495/215), respectivamente. Las cifras cambian de un día a otro e incluso cada hora. La pandemia ha generado una competencia sana en los estados. Al final se verá qué gobernador protegió mejor y más oportunamente a sus mandantes.
Los resultados dependerán no solo de su liderazgo y de cómo hayan reaccionado los ejecutivos locales, sus secretarios de Salud y en general todo el aparato administrativo, sino también de la capacidad médica y de la infraestructura hospitalaria creada en los últimos sexenios; pues, por más voluntad que exista, cuando hay escasez de recursos o su utilización es ineficiente, sus acciones siempre estarán limitadas. También se sabrá qué gobernadores y alcaldes aplicaron medidas abusivas, por encima de la Constitución general; quiénes actuaron con responsabilidad y quiénes lo hicieron más en busca de aplauso y reflectores.
La falta de protocolos para afrontar una emergencia sanitaria sin precedente -o la inobservancia de los aplicables- y la descoordinación entre los tres niveles de Gobierno propiciaron que cada estado desarrollara sus propios planes y estrategias. Lo deleznable es aprovechar la ocasión para obtener ventajas políticas. La población será quien califique el desempeño de sus autoridades. En medio de la pandemia, nadie presta atención a nada que no lo proteja del virus, máxime cuando aún faltan semanas para salir de la etapa crítica.
Pero incluso antes de que la curva de propagación disminuya, empezarán a sentirse con mayor severidad los efectos económicos de la pandemia en términos de producción, servicios, empleo, ingreso familiar y consumo. La situación obliga a los gobiernos, las empresas y la ciudadanía a buscar soluciones para que al sufrimiento por la enfermedad no se agreguen males mayores y de más larga duración. Hoy, más que nunca, la mejor política es la del trabajo. En circunstancias como las actuales, la sociedad exige de sus autoridades el máximo de atención y compromiso, sin importar siglas partidistas.
Las crisis brindan a los líderes la oportunidad de demostrar su talla verdadera, más aún en tiempos de estrecheces materiales, pero también tienen la virtud de descubrir a los farsantes y a quienes no miran más allá de sus narices. La mayoría de los mexicanos está insatisfecha con sus autoridades. Hay una cita de Gilbert Chesterton que cae, por citar a otro clásico, como anillo al dedo: «Desde la aurora del hombre, todas las naciones han tenido gobiernos, y todas se han avergonzado de sus gobiernos». ¿Quién se salvará de la hoguera del coronavirus?
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