Los procesos políticos están vinculados a un conjunto de variables que alimentan y determinan a las colectividades. Por más de 80 años el PRI fue un partido autócrata sostenido por una cultura de no participación y de obediencia a la voluntad presidencial, el voto era inducido, no se contaba, ni se respetaba la libertad ni el secreto del sufragio, los votantes eran considerados súbditos dóciles, obedientes, sometidos a las decisiones unipersonales de los gobiernos.
En cambio, la democracia se nutre de la participación ciudadana y ésta implica la educación a fin de que los ciudadanos aprendan y comprendan cuál es su papel y su rol en las acciones políticas de los gobiernos que eligen a fin de que éstos tengan y mantengan una gobernanza de calidad, orientada al bienestar, a la prosperidad y al desarrollo colectivo.
Pero, qué deseamos los ciudadanos saltillenses para nuestra ciudad, aspiramos en primer lugar a un municipio seguro, digno, sin corrupción, con oportunidades equitativa de trabajo y condiciones asequibles para el desarrollo y con la posibilidad de exigir cuentas claras de nuestros gobiernos.
Los ciudadanos mexicanos hemos luchado por años sin término para alcanzar el Estado de Derecho y obtener el voto libre, secreto y universal, hasta ahora en las votaciones de Saltillo el PRI ejerce la dictadura perfecta y viola estos derechos fundamentales imponiendo a sus candidatos en las secciones en donde se ubican las casillas electorales de amplios sectores populares del sur poniente y sur oriente de la ciudad, las lideresas imponen su poder autocrático a través de los apoyos sociales (despensas, materiales para construcción, almuerzos), el control de las lideresas es férreo e incesante, si captan material de propaganda electoral de partidos políticos que no sea el PRI, suspenden los apoyos sociales, de manera que la coacción en esas zonas es ya una “costumbre” que nadie puede evadir, excepto en la mampara al momento de votar pero aún entonces existen mecanismos para asegurar que el sufragante vote por el PRI, para eso está el trabajo fino de los “mapaches”, labor a la que dedicaremos aquí varios espacios.
En la elección del año pasado para diputados locales el trabajo de los y las lideresas fue magistral, matemáticamente preciso y se logró, como en sus mejores tiempos, el carro completo y las autoridades supuestamente encargadas de vigilar el voto libre y secreto, todas se hicieron de la vista gorda, el SNTE contribuyó también eficazmente a través de representantes espurios que se llevaron entre las patas -con perdón de los caballos y los burros- a los representantes legítimos.
PRI y el PAN han alternado en los gobiernos municipales de Saltillo, el PRI siempre sujeto a las órdenes del gobernador en turno; por su parte el PAN con actuaciones tibias y omisas, sus programas de gobierno han sido endebles y en lo general secundan sumisamente los de los gobierno del PRI.
El día de la votación, los representantes de partido son una figura fundamental, son ciudadanos designados por los partidos políticos para ejercer la función de representación del instituto político en la mesa directiva de casilla y la observación de todo el proceso de votación coadyuvando en el ejercicio de los derechos de los partidos políticos ante las mesas directivas de casilla y en su caso, reportar anomalías u omisiones por parte de los funcionarios de casilla, que son legalmente ese día la autoridad de la casilla, son responsables de hacer valer y respetar nuestro voto ciudadano, especifica el Instituto Nacional Electoral.
Es fundamental la capacitación puntual y eficaz de los representantes de partido, que conozcan todos los trucos, subterfugios y argucias del PRI para que vayan a la casilla bien armados y que no se dejen acorralar, confundir ni apabullar por las lideresas y los representantes priistas.
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