Para quien deja la ilusión se abre el Camino, y para ellos llega el reconocimiento consciente de la luz.
La necesidad de que presten servicio hombres y mujeres que se han liberado de la ilusión y del espejismo nunca ha sido tan dramática como hoy, y escribo esto para los servidores en potencia, que pueden llenar una necesidad imperiosa.
Cada peregrino en el Camino debe llevar consigo lo necesario: Un brasero para dar calor a sus semejantes; una lámpara para iluminar su corazón y mostrar a sus semejantes la naturaleza de su vida oculta; una talega con oro que no ha de esparcir por el Camino, sino compartirlo con los demás; una vasija cerrada donde guarda todas sus aspiraciones para arrojarlas a los pies de aquel que espera en el portal para darle la bienvenida.
El Camino se recorre a la plena luz del día, la que es proyectada sobre el sendero por aquellos que saben y guían.
Nada puede ocultarse, y en cada vuelta de ese camino el hombre debe enfrentarse a sí mismo.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.