En esta ocasión te platico de un personaje netamente saltillense, de un músico que gracias a su simpatía, ocurrencias, alegría, genialidad y hasta descaro, se convirtió en todo un ícono de la época postrevolucionaria en esta hermosa Ciudad de Saltillo, y le aclaro estimada y estimado saltillense que no me refiero a ningún revolucionario, sino a Encarnación Díaz Espinoza, para mayores y mejores señas “El Chueco Chon” o “Larry Chon”.
Nació el 25 de marzo de 1908 en lo que era el Barrio de Terán. Fue hijo de Ascensión y Demetria, de origen muy humilde. Desde niño su vida se vio afectada por la poliomielitis, de ahí su apodo de “El Chueco Chon”. Según me platicó mi amigo Daniel Valdés, quien lo conoció cuando apenas era un niño, por supuesto el niño era Daniel, “El Chueco Chon” le dijo que encontró interés en la música cuando en su infancia sus amigos juagaban a la pelota mientras él “volteaba boca abajo botes de pintura y las golpeaba con un par de palos”.
Cierto día se presentó en esta hermosa ciudad “El Circo de la Muerte”. Chon encontró en el escenario una batería musical y las baquetas, con las cuales empezó a tocar. Para sorpresa de los dueños del circo, Chon y su música causaron gran simpatía entre los asistentes, por lo que se le permitió seguir tocando dicho instrumento mientras el circo estuviera en Saltillo. Y fue en ese momento cuando descubrió que deseaba tener por compañía para toda su vida una batería. Por lo que ahorró, ahorró y ahorró hasta que después de varios años pudo comprarse una batería gracias también a sus distintas incursiones en el boxeo. Sí, a pesar de su problema por la poliomielitis, abrió varias funciones de box, pero lo hacía de manera chusca, de broma, pues su familia asegura que era “muy mitotero y le gustaba el relajo”.
Larry organizó una orquesta musical que generalmente tocaba en cantinas, casas de citas y cabarés, en aquella época en la cual esta hermosa Ciudad de Saltillo terminaba en las calles de presidente Cárdenas, Urdiñola, Emilio Carranza y el Ojo de Agua. Durante esa misma época vivía un músico norteamericano muy famoso, llamado Larry Sonn, quien también contaba con su orquesta. Para suerte del gringo, al saltillense “El Chueco Chon” en alguna cantina lo bautizaron como “El Larry Chon”.
¿Anécdotas? ¡muchas! Como la que don Roberto Orozco Melo platica en su libro “De carne y hueso”, cuando fue contratada su orquesta de manera urgente por el Gobierno del Estado para amenizar un baile del Ateneo con motivo de su 75 Aniversario. El entonces Gobernador, Benecio López, le pidió a su secretario José Rodríguez que llevará una orquesta, por lo que buscó a “Larry Chon y su orquesta” en alguna cantina, dando con el grupo musical.
José Rodríguez llegó al Ateneo junto a la orquesta, su esposa le preguntó por dicho grupo musical, a lo que el funcionario le respondió: “No los conozco, tocan en cantinas y casas de cita”. Pasaron algunos minutos y el Gobernador le pidió a su secretario que fuera adonde estaba tocando la orquesta. Al entrar, “El Chueco Chon” lo vio y le gritó a todo pulmón: “Va para Usted señor licenciado, la de costumbre, ‘Amor perdido'».
¿No que no lo conocías?, le reclamó la esposa.
Esta historia tan saltillense surgió con la plática que tuve con don José Abraham y fue posible gracias a la ayuda de mi amigo Daniel.
Saltillo es sin duda alguna un lugar que tiene hermosos edificios, que tiene gran historia, pero definitivamente personajes como “El Chueco Chon” son quienes le dan vida a esta hermosa ciudad.
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