La sed de hidrocarburos y la «presidencia imperial» de AMLO, la van a pagar las nuevas generaciones quienes deberán enfrentar las guerras del narco, económicas, del agua, y del hambre.
Si la generación entre 18 y 35 años no aterriza y se da cuenta del engaño de López Obrador, ellos y sus hijos vivirán un país depredado, condenado a la pobreza y el hambre.
Muy pocos de los 12.4 millones mayores de 65 años que hay según la Lista Nominal del INE, estaremos para finales de esta década cuando la crisis ambiental sea insostenible.
Pero 13 millones de jóvenes entre 18 y 24 que votarán en una presidencial por primera vez, y 40 millones entre 25 y 44 años, serán los que heredarán el caos obradorista.
Cómo dice aquella sentencia, los de atrás pagan, y aunque gane la candidata Morena o su aliado Movimiento Ciudadano, se enfrentarán al clima enloquecido y un mundo en guerra.
Para estas generaciones no habrá salidas fáciles, será una crisis más grave que las que enfrentamos tras la juerga populista LEA-JLP de la llamada docena trágica 1970-1982.
La colusión de Andrés Manuel López Obrador con el crimen organizado y la alianza con las narcodictaduras cubana, venezolana y nicaraguense, y con Rusia, serán muy caras.
La apuesta por los hidrocarburos de AMLO, su freno a programas de remediación ambiental y el daño ecológico de sus obras, será más caro que las deudas económicas que hereda.
Nunca como en junio de 2024 la abstención tendrá un costo social mayor, ambiental, político, especialmente para quienes inician su vida laboral y familiar en un entorno terrible.
La herencia de López Obrador será un país roto, violento, con más pobres, menos acceso a salud, educación, empleo bien remunerados, y con un daño ambiental creciente.
Un país con menor inversión como ya muestra un mercado de valores a la baja y casi en números rojos y el freno de grandes inversiones como la gigafábrica de Tesla.
La inacción de AMLO contra el Calentamiento Global aumentará la frecuencia de inundaciones, sequías y heladas, que pegarán a la producción de alimentos.
El México de 2030 bien podría tener un escenario de guerras del hambre y de violencia social incontrolable, a menos que pongamos remedio hoy, hoy, hoy.
Datos del Servicio Meteorológico Nacional muestra que en esta década hubo en el país tantos días con temperaturas máximas superiores a 40° Celsius, que en la década 2010-2019.
En este siglo ha habido más heladas, sequías e inundaciones atípicas, que en los 100 años anteriores, pero además la migración indocumentada y la guerra no terminarán pronto.
El gobierno de López habrá duplicado los pasivos ambientales, de seguridad, de impartición de justicia, de capacidades de la población, de empleo bien remunerado.
Sus grandes obras de infraestructura, como él las llama, AIFA, Dos Bocas y Tren Maya, lejos de aportar ingresos al estado deberán ser subsidiados para que puedan operar.
Aumentará el gasto programable, y en 2024, para brindar programas sociales e invertir en obras, pedirán financiamiento por 1.9 billones de pesos y eso duplicará el servicio de deuda.
Para 2025 el servicio de deuda superará los ingresos por IVA y subsidiar elefantes blancos como el Tren Maya y Dos Bocas, será tan gravoso que será mejor abandonarlos.
Si México no es ya el infierno estamos muy cerca, porque AMLO se encargó de mandar a la basura los exiguos logros en seguridad, avances social y democrático de los últimos 20 años.
AMLO entregará un país con 17 billones de deuda bruta, y según México Evalúa el servicio de deuda llegará a 1.4 billones de pesos por año, y ya no existen fondos de contingencia.
La situación mundial impredecible estará en un entorno de guerra con un aumento de la pobreza en países del Caribe y Centroamérica que exacerban la migración indocumentada.
El gasto gubernamental habrá aumentado a tal grado que será casi imposible sacar dinero para construir infraestructura sin aumentar los impuestos, gane el partido que gane en 2024.
Las cada vez menos prestaciones médicas, de educación de calidad, de vivienda, de capacitación para el empleo y una deuda galopante, meterán a México en una crisis tremenda.
La juerga de la Cuarta Transformación creó élites militares, más inseguridad con nuevos cárteles y fortaleció a los existentes, por inacción o colusión.
Lejos de remediar López Obrador ahora comenzó a manipular las cifras de muertos y desparecidos, pero nos faltan 45 mil y 800 mil muertos por la pandemia.
El obradorismo paró obras ecológicas y prueba de ello es que los proyectos ante Nadbank y BID que financian parte a fondo perdido, no existen igual que la Semarnat y Profepa.
Las construcción de energía limpia, de distribución de electricidad y el saneamiento y agua potable, van detrás del crecimiento de la población igual que la creación de empleo.
Se gobierna con mentiras como en Nuevo León donde Samuel García dice acabar con un déficit de 200 millones de metros cúbicos por año con un acueducto que dará 105 Mm3.
En la próxima sequía los regiomontanos descubrirán la mentira de Samuel que ha sido defendida y avalada por López Obrador, pero para entonces ya será candidato semioficial.
Los productores agropecuarios no tienen apoyo, peor, les llenan los zapatos de piedritas; los productores o cogeneradores de energía limpia enfrentan la ira presidencial.
Los poderes y organismos de control han sido debilitados o acabados como la CNDH y son golpeados desde el pulpito del poder por un presidente iracundo y bribón.
Si los jóvenes, especialmente aquellos sin educación media o superior, persisten en no votar o vender su voto por “un plato de lentejas”, a la 4T, van a pagarlo caro.
Los menores de 40 años estadísticamente podrán llegar al 2050, y van a sufrir las consecuencias de años de gobiernos mediocres y uno, el actual, contraproducente.
Si los jóvenes no votan en 2024 rebotan el resto de sus vidas.
Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.
EFRAÍN KLERIGAN
Fotógrafo, reportero, articulista desde 1970. Ha sido reportero local y articulista en periódicos y revistas de Ciudad de México, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua y Tamaulipas. Como corresponsal ha trabajado con El Norte-Grupo Reforma, y como Stringer de AP, UPI, Telemundo, La Prensa, El Nacional, entre otros.