Por votación mayoritaria de sus socios fue nombrado como primer presidente Luis García Chávarri, quien administraba las heredades de su padre, don Pedro José García del Valle.
Fue el 25 de abril de 1879 en que cayó una fuerte granizada que destruyó árboles frutales y acabó con los techos de humildes moradas de labradores, cuando los integrantes de la Asociación Civil Amigos del Progreso comprometieron el enorme reto que enfrentaban con el compromiso de servir a Linares.
En la Botica La Piedad, cuyo propietario era el Alcalde y médico Macedoino García Pérez, el 20 de abril de ese año se constituyó dicha sociedad, antecedente inmediato del Casino Linares, y cuya propuesta era mejorar y embellecer la ciudad.
De nuestro libro. LINARES, CAPITAL DE NUEVO LEÓN.
Se distinguía además por el impulso que daba a la producción agropecuaria en la hacienda de San Agustín de Camacho.
De la dinastía de los Paz Garza, Amador sería el secretario y el tesorero, lo era el propio alcalde don Macedonio García Pérez.
El Casino Linares no es sólo un edificio del que podamos presumir su arquitectura, su historia es interesante.
Apenas pasaron unos días, cuando el médico García Pérez resultó electo como diputado suplente a la Legislatura Local y renunció a su encargo municipal, quedando como Alcalde don Wenceslao Segovia Benítez, quien también se identificaba con los planes a realizar por la sociedad «Amigos del Progreso».
El propósito central era el arreglo de la Plaza Hidalgo, además de buscar la manera de acabar con el deprimente estado en que se encontraba el Mesón de Guillermo Morales, contiguo casi a la Capilla frente a la Plaza.
Para esto se influía entre los miembros del Cabildo para demolerlo, comprar ese terreno y construir ahí el nuevo Palacio de Gobierno Municipal.
A pesar del severo golpe a la economía por la granizada, el ánimo no mermó y se convocó a los vecinos para colabora y arreglar los techos de los jacales y llevar alimento a los damnificados del siniestro.
Tampoco se interrumpió el propósito de hacer representaciones dramáticas para obtener recursos que permitieran adquirir en la ciudad de Nueva York una bella fuente que adornara el jardín municipal.
NOTA. Se escribe lo que ocurre en Linares, el año de 1879.