El Gobierno Federal podrá dar las explicaciones que deseé, afirmar que se hará una investigación profunda, que la repatriación del General Cienfuegos no es una muestra de impunidad o que se llegará hasta las últimas consecuencias, sin embargo, hay algo que no podrá negar, que el propio General Salvador Cienfuegos se vio beneficiado por la repatriación que negoció el Gobierno de la República, a través de Marcelo Ebrard.
En los Estados Unidos el Ex Secretario de la Defensa Nacional se encontraba en calidad de detenido, se tenía una investigación abierta en su contra, con pruebas que al parecer demostraban su vinculación con un grupo del crimen organizado y que de hallarse culpable enfrentaría varios años de prisión, incluso décadas.
Ello sin contar cuestiones simples como el alto costo de llevar un juicio en la unión americana.
Por el contrario, como lo mencionó el propio Canciller Marcelo Ebrard, Cienfuegos ingresó a México como repatriado y no como extraditado, lo que en palabras simples significa que el General llegó en libertad a nuestro país y las autoridades mexicanas apenas están armando una investigación.
No se necesita ser docto en impartición de justicia para saber que en los Estados Unidos Cienfuegos tenía las de perder y su llegada a México le ofrece mayores posibilidades de obtener una sentencia menor o incluso resultar absuelto, ya que sus abogados aprovecharán cualquier error en la integración de la investigación para atacar el proceso judicial y liberar a Cienfuegos.
Ello sin contar con el hecho de que en México los jueces están más expuestos a presiones que en Estados Unidos, ya sea de actores políticos, de la nomenclatura de las Fuerzas Armadas o, peor aún, de los grupos criminales y posibles cómplices de Salvador Cienfuegos.
Resulta muy complicado creer que detrás de la repatriación no existe un pacto de impunidad y que el proceso judicial va a contribuir a desentrañar redes de corrupción, si hasta el momento los dados parecen cargados a favor de Cienfuegos.
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