Hay objetivas y variadas razones para pensar que vivimos un periodo crucial de transición histórica, porque los cambios que nos afectan no se reducen a una zona concreta del planeta, sino que detonan y resuenan prácticamente a todos ámbitos, económicos, políticos social y culturales.
El feminismo en México llegó temprano, pero su penetración ha sido lenta, muy lenta, gracias al conservadurismo mexicano. No obstante, en las 2 últimas décadas se ha acelerado de manera inusitada, las universidades y las organizaciones civiles son el nidal que develan el reconocimiento de la identidad femenina y sus cautiverios, así como los cambios que es posible construir mediante un nuevo paradigma cultural impregnado de facultades teóricas y prácticas que permitan erosionar las creencias opresivas vividas por las mujeres que impiden su autonomía como sujeta femenina.
Es paradójico que haya sido en el largo periodo del neoliberalismo en el que se promovió el estado mínimo con la abolición de los derechos sociales que les fue posible eliminar, cuando también se incorporó masivamente a las mujeres a la economía industrial con la mano de obra feminizada, explotada y así se abrieran las puertas a la autonomía femenina y con ello las modificaciones de la familia tradicional se da una ruptura con el modelo sexista clásico del ama de casa abnegada para construir un nuevo ideal femenino del que surge la subjetividad “posfeminista”, en el que la mujer juega el rol de una emprendedora autónoma, calculadora y racional, encargada de auto monitorearse, auto disciplinarse y construir su propia imagen ideal, un perfecto sistema de auto control biopolítico de empoderamiento individualista.
Los cambios culturales de las mujeres modernas son complejos, muy atados a la mercantilización de la individualidad femenina, es importante construir conciencia de autonomía pero tiene más sentido trabajar con ideas que nos reafirmen como humanas a fin de que las mujeres seamos entes de la propia emancipación y no que el feminismo perpetúe lógicas colonialistas o sirva como punta de lanza de la “modernización” y el neoliberalismo. La crítica feminista tiene la capacidad de aportar soluciones y salidas a la crisis estructural.
Frente a la crisis sistémica que se vive, analizar la evolución del capitalismo nos ayuda a entender dónde estamos y qué retos enfrentamos en la construcción de un proyecto feminista emancipador.
Permítaseme invocar a Perogrullo, lo personal es político, nuestras vidas y nuestro cuerpo tienen una dimensión política, así como la relación entre las razas es política igual lo es la relación entre los sexos.
Las teóricas del feminismo sostienen que éste no debe presentarse en singular, sino en plural, porque responde a contextos sociales y culturales distintos, de manera que los feminismos son los movimientos sociales que reivindican las causas únicas de las mujeres.
En México el elefante reumático se movilizó portando el color morado, superó sus parálisis y grita, chlla y brama: «Nos están matando», gritan las jóvenes, las manifestaciones abren un resquicio esperanzador que vislumbra resultados.
Aunque la brecha sea larga, el movimiento feminista debe persistir, consolidarse, darle continuidad a la articulación, porque la mitad de la población reclama justicia para las mujeres, aunque no hay en la generalidad de las autoridades una verdadera conciencia de la gravedad del problema.
El reclamo es «Ni una menos».