Qué doloroso que esta epidemia de tiroteos en escuelas se haya expandido de Estados Unidos a México.
No es casualidad que los dos tiroteos registrados hasta la fecha hayan sido en Nuevo León y Coahuila, la tierra de Los Zetas, en donde los límites de la violencia se rebasan una y otra vez.
No sé si podemos rescatar a estas generaciones de niños envenenados. Sí sé que la idea de que sólo debemos ocuparnos de nuestro núcleo familiar, sin ningún interés en la comunidad que nos rodea, nos pone en un peligro mayor del que imaginamos.
Las únicas salidas a esta violencia social patológica son reconstruir a la comunidad, invertir en una educación de calidad para la infancia, que en lugar de enfocarse en aprendizaje de contenidos se enfoque en producirles una felicidad que muchos de ellos nunca van a conocer en casa.
Y en lugar de recortar el presupuesto a las artes y la cultura, se debe pagar a un ejército de artistas para que colaboren en esa labor de sanar a la infancia mexicana, herida hasta el tuétano.
Adela Cedillo
Doctora en Historia de América Latina por la Universidad de Wisconsin-Madison Es licenciada en Historia y maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado artículos en revistas indexadas y de divulgación y capítulos en obras colectivas sobre la guerra sucia mexicana, las organizaciones armadas revolucionarias, los derechos humanos y la guerra contra las drogas.
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