Camino al infierno, el paso de la Sierra Madre Oriental entre la llanura costera del Golfo y el Altiplano.
La civilización hispana llegó a la anchurosa llanura del Golfo, por el año de 1636, cuando don Antonio Leal, venido desde Huichapan, Hidalgo, llegó al norte de la Nueva España con sus más de 30 mil cabezas de ganado menor (ovejas y cabras).
Introdujo tal cantidad de animales a través del Paso de la Ventana (por lo que es hoy Hidalgo, Tamaulipas) y recorrió los montes de lo que fue después el Nuevo Santander, para regresar al Altiplano por el Paso del Comercio, llamado después el Cañón de Santa Rosa.
Infestados los valles y serranías de indios de guerra, los osados ganaderos ni tuvieron miedo a las inclemencias del tiempo, ni a los indios de guerra, ni a los peligros evidentes que presentaba tal osadía, colonizar el norte de la Nueva España.
Hoy, los nombres de los audaces ganaderos del Siglo XVII son olvidados, aún y cuando muchos vecinos de Tamaulipas y Nuevo León fundamentan gran parte de la economía regional en la ganadería.
Esos hombres de hierro que poblaron la Llanura Costera del Golfo son dignos de admiración, puesto que arriesgaron su vida en busca de nuevos destinos y beneficios de la tierra en el noreste de México.
El gran reto: Vencer a la Sierra Madre Oriental.
Entraban los ganados menores y sus pastores por el Paso de la Ventana, hoy Hidalgo, Tamaulipas, para regresar en los meses de verano por el Paso de las Cabras, el Paso del Comercio, el hoy Camino al Altiplano que une a Linares con Galeana.
Sigue, la segunda parte.