En esta ocasión te platico de una historia, de una esas historias que nunca debieron de suceder y nunca más deben de acontecer. Aquí en nuestra hermosa ciudad, cuando aún no era ciudad sino una villa llamada Santiago del Saltillo, en el mes de marzo del ya lejano año de 1713, se dio una triste y vergonzosa noticia sobre un hecho violento, un hecho de por si doloroso, siendo aún más intenso al tratarse del maltrato físico hacia un pequeño.
El niño de no más de 8 años fue brutalmente golpeado con una vara en su espalda y piernas, hecho indignante que sucedió en los corrales del capitán Bartolomé de Cuellar. El día 7 de ese mes, el padre mandó al menor a recoger un caballo que estaba en un corral propiedad del capitán. Al llegar, brincó el corral y cuando estuvo a punto de sostener el caballo propiedad de su padre, de manera sorpresiva llegó Diego, trabajador del mando militar, con una vara larga de membrillo, quien sin decir “agua va” le dio no uno, ni pocos, ni varios sino una buena cantidad de azotes al jovenzuelo.
El padre del menor, Juan Guajardo, quien era español, solicitó justicia pidiendo de manera desesperada que el culpable, Diego, fuera castigado, ya que había actuado con alevosía y ventaja.
Déjeme decirle estimada y estimado Saltillense que sigo buscando en el archivo municipal de nuestra ciudad si hay evidencia alguna de que el abusón de nombre Diego fue sancionado, multado o castigado por haber golpeado de manera sorpresiva y abusona al hijo del español Juan Guajardo.
Esta es una historia de esas que se encuentran muy escondidas pero que sucedió en nuestra hermosa ciudad de Saltillo y que nunca más deben de volver a suceder.
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