Linares hubo de sufrir los efectos de la Guerra desde 1836, cuando sus vecinos se comprometieron a avituallar al Ejército Mexicano contra el colono europeo que buscó y logró crear la República de Texas.
Durante la «Guerra de los Pasteles» contra el Ejército Francés, mandaron los linarenses su cooperación para sacar a flote la maltratada economía nacional y en la Guerra contra Norteamérica, fue la noble ciudad refugio de incontables facciones militares que lucharon contra el invasor, siendo asiento de la Capital del Estado en ese tiempo (1846/47), para vivir en guerra desde 1854 hasta 1867, cubriendo Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, con toda su capacidad humana y económica en esa infausta etapa.
Es junio de 1916, se viven ahora los efectos de la Revolución Mexicana y la posible invasión nuevamente de los americanos, como una respuesta al ataque a Columbus por Pancho Villa.
Linares, su gente del campo y de la ciudad se preparan para la guerra de nueva cuenta. Su participación en la contienda interna de la Revolución fue escasa, pero ahora el orgullo nacional ponía a los linarenses con la carabina al hombro, como en los tiempos de la invasión de los comanches a su territorio.
Se organizaban sus autoridades municipales bajo el mando del Dr. Donaciano B. Zambrano y Enrique Garza Meléndez. Ante la eminente guerra con los Estados Unidos de Norteamerica se procede a levantar un inventario: hombres, armas, caballos, monturas, parque y demás elementos de guerra, entre tanto su gente se prepara para la guerra.
Era junio de 1916. Lo mejor es que todo quedó en convenios de paz y los linarenses volvieron de nuevo a su vida de siempre.
EL DÍA QUE DON VENUSTIANO CARRANZA ESTUVO EN LINARES
Fue en el mes de noviembre de 1915.
El Prof. Santiago Candanosa García, quien fue Alcalde de Linares y es un cronista oral que vale la pena escuchar, nos refiere con puntualidad los grandes eventos políticos que ha tenido Linares en la recepción de candidatos a la Presidencia de la República, o bien de visitas presidenciales que hubo después de la Revolución Mexicana.
Grandes personajes de la política han sido tratados con afecto y seguramente se han llevado un buen recuerdo de nuestro pueblo.
Hemos leído con deleite la alegre fiesta que pueblo y Gobierno Municipal le brindaron al Primer Jefe de la Revolución, don Venustiano Carranza, en ese mes de noviembre de 1915: la orquesta de don Rafael Garza Caley alegró la bulliciosa recepción; se ofreció a los distinguidos visitantes toda clase de buenas viandas, dulces y frutas; canciones y música alegre, de manera que don Venustiano se marchó llevando en el alma un gran reconocimiento al pueblo de Linares, cuyas autoridades hubieron de pagar por el festín la cantidad de $4,040.00.
Una comisión de vecinos, hubo de ir a la Capital del Estado a solicitar a las autoridades de Gobierno les reintegrara parte de esos gastos, como en efecto ocurrió y el soberano Gobierno del Estado envió la cantidad de $2,020.00.
Tal como ocurrió muchas veces después, en las campañas políticas de quienes fueron Presidentes de México, desde Lázaro Cárdenas hasta Carlos Salinas de Gortari. Al cincuentazo, mitad el Gobierno del Estado y mitad el erario municipal, sólo cambiaron los nombres, pero el trato para los visitantes políticos siempre ha sido el mismo.
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