La Academia Interamericana de Derechos Humanos adscrita a la UAdeC cumple sus primeros 5 años de vida. No fue un aniversario más.
Detrás del júbilo compartido con su fundador, Luis Efrén Ríos, y sus 3 columnas de sólido acero: Irene Spigno, Maleni Váldez y Sergio Díaz, yacen los obstáculos y los enemigos a su institucionalización. La verdad se cuenta sola.
Construir instituciones de calidad nacional e internacional, como la AIDH, en México no es fácil.
Tender puentes institucionales, políticos y educativos, para construirlas, menos.
Integrar académicos e investigadores con alto perfil y edades distintas, para asegurar el recambio generacional, mucho menos.
Y pensar en hacer de esa institución una comprometida con la víctimas y las personas más vulnerables de la sociedad, es un pasaje directo a la locura.
Bueno, en sus primeros 5 años de vida, la AIDH ha logrado eso y más a partir de dar tres martillazos certeros:
Uno, de calidad académica e investigativa a nivel nacional, latinoamericano e internacional.
Dos, de inteligencia política para construir puentes con instituciones políticas y educativas de Coahuila, México, América Latina, EU y Europa. Entre las cuales, destacan a nivel nacional, la SCJN, el TEPJF, el INAI, el INE y la CNDH. Y en lo internacional, la ONU, la ACNUR, la UNESCO, la CIDH y la OEA.
Y tres, de capacidad estratégica para apuntalar al Gobierno estatal en su diseño e implementación de políticas públicas vinculadas a los Derechos Humanos: con el Plan Estatal de Derechos Humanos y, de manera puntual, con migrantes, personas LGBTT+, refugiados y familiares de desaparecidos.
Asimismo, la AIDH ha impulsado la creación de un Grupo de Trabajo de personas defensoras de Derechos Humanos y periodistas con el fin de sugerir políticas públicas al Ejecutivo que reduzcan el riesgo del trabajo de defensores y periodistas en Coahuila.
Por todo lo anterior, en este su período de consolidación “que vengan muchos (martillazos y aniversarios) más. ¡Larga vida a la Academia Interamericana de Derechos Humanos!”.