Las crisis siempre traen problemas consigo, pero también grandes oportunidades. Cegadas por la incandescencia de la tragedia, la mayoría acusa el golpe, toma la pérdida y cae en el círculo vicioso del pesimismo destructivo, sin levantar la vista más allá del árbol caído, imposibilitado a descubrir la infinidad de posibilidades generadas en el bosque.
La semana pasada fue muy intensa para los mercados financieros. Las bolsas del mundo vivieron jornadas de terror, quedando marcada la fecha del 12 de marzo como el día de mayor pérdida para los principales indicadores norteamericanos, únicamente superado por el “Crack” de 1929 que dio inicio a la Gran Depresión y por el “Lunes Negro” de 1987.
A diferencia de esas crisis y otras más como la de las “hipotecas Subprime” en el 2007, la actual no es causada por una falta de liquidez en los mercados, sino por una cuestión transitoria de incertidumbre, como lo es el estallido de la pandemia del coronavirus, atizada por el conflicto petrolero que tumbó los precios internacionales del crudo.
Esa misma condición coyuntural es la que hace tan vulnerables a los mercados: así como colapsan estrepitosamente ante un mal anuncio, de la misma forma se recuperan cuando se da una buena noticia, regularmente sobre avances en la contención y en la cura del temido virus.
De momento no queda más que atender las recomendaciones de la autoridad y los especialistas. Es tiempo de guardarnos y no exponernos. Aprovechemos para convivir con la familia en casa y hacer esas cosas que siempre queremos, pero nunca podemos por la falta de tiempo, como leer un buen libro, ver una película o poner en orden nuestro clóset.
Es momento de cambiar hábitos y repensar procesos, en lo personal y en lo laboral. Es momento de dejar volar nuestro ingenio e imaginación. Hemos descubierto así nuevas formas de saludar y de abrir puertas; también que podemos tomar clases a distancia y que gran parte del trabajo lo podemos realizar en casa, descongestionando las calles.
Es cierto que habrá muchas industrias lastimadas, como la del transporte aéreo, la hotelera, la restaurantera y la de espectáculos, entre otras, lo que podría profundizar la recesión de no recuperarse pronto. Pero también es cierto que se abre una ventana de oportunidad para las tecnológicas, de comercio al detalle y la médica, por mencionar algunas.
Una mente abierta y una actitud positiva es esencial para aprovechar las grandes oportunidades generadas en tiempos de crisis. Estemos atentos y no dejemos pasar ésta.
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