Las principales tribus morenistas locales se lanzaron, esta semana, a una guerra sin cuartel con el propósito de aniquilar a sus ‘enemigos’. Pero no los ubicados en otros partidos sino los de casa, los uniformados con la misma casaca.
La nota de la semana la han dado las pandillas del partido Morena en Coahuila, pues sus “figuras relevantes” han escenificado un pleito callejero, a navaja limpia, cuya causa “formal” sería el interés por mantener libre de toda contaminación política la ejecución de los programas sociales en la entidad, pero cuyo fondo real es otro muy diferente.
¿Cuál es la verdadera causa del encontronazo entre las huestes de Cecilia Guadiana y el frente encabezado por Luis Fernando Salazar, ambos senadores de la República del ala morenista? Todo mundo lo sabe: la lucha por las candidaturas futuras, especialmente las de la alcaldía de Saltillo y la gubernatura del Estado.
Para el momento en el cual se definirá la primera aún faltan, por lo menos, dos años. Y para la segunda… ¡pues una eternidad!
Pero a quienes integran la pueril generación de morenistas coahuiltecas ubicados en primera fila, es decir, en la línea de sucesión, se les hace tarde no solo para lanzarse de una vez en pos de las candidaturas, sino para comenzar a acuchillar a posibles oponentes… comenzando con los de casa.
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Así, la presencia, el lunes pasado, de los “camioncitos de la salud” de Cecilia Guadiana y Alberto Hurtado, en las inmediaciones del edificio en el cual se ubica la Delegación estatal de la Secretaría del Bienestar, actuó de catalizador y provocó el estallido, el desbordamiento de las aversiones acumuladas… y se desató la guerra.
Algunos, como el diputado local Antonio Attolini, intentan hacer pasar por virtuosa la andanada de insultos y acusaciones entre quienes teóricamente defienden los mismos ideales y se ubican, por ello, del mismo lado de la historia. Incluso tratan de vender la versión según la cual el zafarrancho no guarda relación con la vida partidista.
Nada más lejos de la realidad. El pleito morenista carece de toda virtud porque no se trata de una pugna por “lo correcto”, sino de una vulgar pelea entre dos facciones a las cuales les interesa exactamente lo mismo: conquistar las candidaturas futuras. Y en esa confrontación juegan un papel central los programas sociales del Gobierno de la República.
El problema es muy sencillo de explicar: uno de los bandos en pugna, el de Cecilia Guadiana, cuenta en este momento con dicho “activo”, pues quien encabeza la Secretaría del Bienestar en Coahuila, Américo Villarreal Santiago, es la pareja sentimental de Guadiana.
Consecuentemente, el grupo rival se siente en desventaja… y tiene razón en sentirse así: ellos saben, ellos conocen perfectamente el carácter clientelar de los susodichos programas… tienen claro cómo los “apoyos” repartidos a lo largo y ancho de la geografía nacional se convierten en votos.
De allí lo encarnizado de la pelea y la virulencia de los ataques. El bando en desventaja ha visto en el “error” cometido esta semana por el denominado “Team Guadiana”, la oportunidad para decapitar al actual delegado del Bienestar y por ello se ha lanzado con todo por su cabeza… pensando en quedarse con el botín.
Falta ver si logran al menos una de esas metas.
ARISTAS
En medio de la vorágine morenista se ubica un “servidor público” a quien Coahuila -y los coahuilenses- le importa poco: Américo Villarreal Santiago. Su feudo y sus intereses se ubican en Tamaulipas. Por ello, ni siquiera ha terminado de establecerse en Saltillo.
No concede entrevistas, no informa de su trabajo y no pierde oportunidad para manifestar su desprecio por los medios de comunicación. De allí el silencio en torno a este episodio, pese a encontrarse en el centro de la tormenta.
Seguiremos en el tema…
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx
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