“Con la edad, debemos aprender a morir viviendo y no a vivir muriendo”, le escuché comentar alguna vez al Rector Emérito del Tec de Monterrey, David Noel Ramírez, quien falleció hace algunos días. Solía decir que el secreto de la longevidad y la felicidad consistía en nunca dejar de estar activos, sólo había que bajarle al ritmo. Nunca abandonar nuestros hobbies ni nuestras pasiones ni dejar que nuestra existencia perdiera el sentido.
Académico por vocación, pero filántropo de corazón, David Noel fue un filósofo de la vida. A él se le atribuye un decálogo a manera de testamento en el que prioriza la honestidad, el emprendimiento, la resiliencia, la tolerancia y la solidaridad como formas de vida. “El bien es bien, aunque nadie lo practique; el mal es mal, aunque todos lo hagan”, “ser ético es rentable a la larga” y “vale más fracasar por intentar el triunfo que dejar de triunfar por miedo al fracaso”, son algunas de sus frases que utilizaba para enfatizar su ideología.
Conocí a David Noel cuando era Rector del Tecnológico de Monterrey y yo estudiante de esa Institución. Siempre me causó una positiva impresión por sus dotes académicos y de liderazgo. Unos años después tuve la oportunidad de conocerlo mejor, cuando trabajamos juntos desarrollando proyectos económicos y sociales propios de mis funciones desempeñadas en esas áreas como delegado federal en Nuevo León.
En una ocasión me regaló un libro de su autoría llamado “Hipoteca Social”. El texto es un manual práctico para combatir la pobreza, la desigualdad y la inseguridad en nuestro país con un sólido sustento académico e ideológico.
Una hipoteca, nos explica Ramírez, es el derecho sobre un bien para garantizar el cumplimiento de una obligación. Hipoteca Social es la deuda que tienen con la sociedad quienes han sido beneficiados por la vida con diferentes carismas, dones y circunstancias, y que les han facilitado la construcción de un patrimonio.
Las batallas más atroces y las revoluciones más sangrientas que ha padecido la humanidad se han originado por olvidar el pago de la Hipoteca Social. Esa responsabilidad nos compete a todos los actores sociales, políticos y económicos de una sociedad; no se trata de expedir un cheque, sino de cambiar nuestra actitud y nuestra forma de vida; no es dar lo que nos sobra, sino entregarnos nosotros mismos, involucrándonos realmente en los proyectos sociales de nuestra comunidad. Es vencer la abulia, el individualismo, el materialismo, el hedonismo y el egoísmo.
Decía David Noel que si no comenzamos a cubrir nuestra Hipoteca Social estaremos condenando a un amplio sector de nuestra sociedad a permanecer en la más lacerante pobreza; y al hacerlo, estaremos sentenciando a nuestro país a una inseguridad permanente, a una desigualdad constante y a un atraso eterno.
Él lo hizo en vida y predicó con el ejemplo. David Noel murió viviendo.
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