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Nunca se metan con las macetas

Para Hugo, mi amigo de la infancia

Era por demás. El chico estaba destinado a patear el balón eternamente contra la pared… o contra lo que fuera.

Para acabarla de chingar, ese verano un muchachillo pelos parados se incorporó también en esa inefable tarea de patear tarde y noche la pelota de futbol.

La cosa era tremenda, no había día en que no invadieran el patio de la vieja casona para darle con todo al peloteo.

Pero, qué podía hacer la señora —de la que no recuerdo su nombre porque para mí siempre fue “la mamá de Hugo”— si el chico pateador de cabello largo, el más pequeño de sus hijos, era su adoración.

Nomás de verla cómo lo miraba, causaba ternura. Por consiguiente, como nunca falta una panza aventurera, hubo quien se aprovechaba de ese cariño —o sea, un servidor— para ser convidado a meriendas, comidas y cenas en casa de Hugo.

Y la mamá de Hugo tenía tanto amor para su vástago, que hasta le sobraba para dárselo a los amigos de su terrible “pateabalones”.

El problema vino cuando un día se nos pasó la mano en la casa de Hugo y nos emocionamos tanto pateando, que acabamos dándole en la madre a dos macetas de la señora.

Y ahí sí no hubo cariño, poder humano o buena onda que impidiera la furia de la mamá que, bien enojada, nos corrió a los dos a la chingada del patio de su casa y nos mandó a jugar a la vil calle.

Fue la única vez que la vi enojada, porque pasados unos días se le fue el mal humor y de nuevo me invitó unas gorditas de harina. ¡Uts!

El recuerdo de Hugo y de su mamá me vino a la mente ahora que conocí una estadística de la Liga MX que llama mucho la atención.

Por ahí vi publicado que, en 14 jornadas que se han jugado de este Clausura 2021 o cómo se llame el pinche torneo, se han anotado 289 goles en total, pero ¡sólo uno de tiro libre!

Quiere decir que los pinches cobradores de tiros de castigo están pa’l perro.

Lejos quedaron los “Pata Bendita” Castro, Carlos Reynoso, Reynaldo Güeldini, “Mortero” Aravena, Marcelino Bernal o Víctor Ruiz.

O más recientemente “Chaco” Giménez, Edwin Cardona, el Gobernador Cuauhtémoc Blanco o Dorlan Pabón, que hasta parece que ya se le olvidó cómo chingados pegarle decentemente a la pelota.

El comentario viene a colación porque vaya que mi amigo Hugo sabía pegarle de corta y de larga distancia. Era chingón el cabrón.

Con el tiempo, cada uno se fue por su lado: él trabajando en el mundo de la arquitectura y yo viviendo “El Día de la Marmota” golpeando teclas en la oficina.

¡Cómo es el futbol! Que a veces trae consigo remembranzas.

Y, sí, se chingaron las macetas a la señora.

Pero, bueno, éramos unos chiquillos que pateaban como si no hubiera mañana.

El mañana sí llegó y en mi pendejez adolescente, nunca le pedí disculpas a la mamá de Hugo.

Espero verlo pronto y hablar del asunto, porque su mamá ya no está.

Los amigos no se piden perdón.

Y menos cuando fue el cabrón de Hugo el que desmadró las macetas de su mamá.

La lección quedó aprendida para siempre: nunca se metan con las macetas.

Este texto es responsabilidad única, total y exclusiva de su autor, y es ajeno a la visión, convicción y opinión de PorsiAcasoMx.

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