Por Si Acaso MX
Si realmente hubiera seguido al pie de la letra las mil dietas que han pasado por mis manos, ya luciría como un auténtico fideo. Queriendo ser honesta, hablando de dietas he sido un tremendo caso, pues mi mejor amiga muchas veces ha sido la inconstancia… ¿La conoces?
Se hace presente por ejemplo, cuando el propósito es dejar de fumar, en los temas de la activación física, ante la promesa de mantenerse pacientes con los hijos y a la mayoría, cuando de seguir la dieta se trata. Y es que las tortillas de harina son riquísimas ¿a poco no?
Precisamente hace algunos meses comencé a quitar la palabra dieta de mi vocabulario (quité la palabra, no así los planes alimenticios saludables y equilibrados)… así de drástica fui. Me di cuenta que para obtener resultados hacía falta algo más, hacía falta un cambio interno que me permitiera cuidarme digamos, “relajadamente”, necesitaba estar en paz y no histérica contando calorías, me urgía un cambio desde mi interior, convencerme de estar saludable, antes de querer estar en talla cero… créanme que sí se puede, sí pude. Y claro que es bien válido querer bajar de peso y tallas (es más, yo quiero) pero desearlo desde otra perspectiva, que sean otros los motivos, allí es cuando cambia todo.
La clave para que mi amiga incómoda desapareciera, fue la motivación, basada entre otras cosas, en disfrutar no solo al comer, sino al hacer la comida, salir a caminar al parque o hacer rutinas de ejercicio que me hicieran sentir bien, sin dolores ni molestias, pero sobre todo, fue la motivación al descubrir que muchos de mis achaques disminuyeron y otros más desaparecieron y eso, créanme, provoca una inmensa felicidad.
Lo que antes era un círculo vicioso negativo, poco a poco se convirtió en algo así como un círculo saludable, lleno de energía, de entusiasmo y ganas para continuar. Me siento feliz con mis logros hasta hoy (visibles y no visibles), me cuido, me acepto, me quiero, me consiento y no, no soy talla cero… ni quiero serlo.