El domingo electoral pasado una tolvanera de 415 kilómetros por hora arrasó el escenario electoral de Coahuila. Levantó con fuerza al PAN hasta las alturas y todavía nadie sabe de su paradero.
El Partido del Trabajo, el Partido Verde, el PRD, la UDC y Movimiento Ciudadano, encaramados uno sobre otro pero agarrados a un poste para sobrevivir al terroso vendaval, siguen todavía con ataques de asma, dificultades para respirar y estornudos constantes.
Los nuevos chicuelos, el partido de la Revolución Coahuilense y Unidos, cual perritos de la pradera, rápido hicieron su madriguera subterránea de 9 metros bajo tierra y todavía continúan ahí.
Conforme avanzaba la tolvanera con sus remolinos caían árboles y aparecían cortos circuitos; sus colores eran verde, blanco y rojo. Mientras una Morena asustada corría por delante del torbellino de arena, agarrando una estampita del Peje entre sus manos, llorando con rabia incontenible y desatando gritos desgarradores que nadie escuchaba.
Ella corría y corría sin saber donde guarecerse.
¿Quiénes ganan con estos resultados de electorales? Obvio, el PRI. El PRI ganó los 16 distritos en juego con 49.31% de la votación que equivale a 415 mil 691 votos.
En esencia es el voto duro de la estructura priísta mezclado, en proporción menor, con votos útiles de panistas y perredistas. Empero, este triunfo no pertenece al CEN Nacional del PRI, aunque pretenda apropiárselo.
Alito Moreno ha sido un florero más, al mejor estilo de los integrantes del Gabinete de AMLO durante estos últimos dos años. Este triunfo no pertenece al CEN Nacional del PRI, pertenece únicamente a Miguel Riquelme, quien ha hecho más por su partido que el mismo Alito Moreno y su círculo cercano.
De inicio, ha plantado cara al Presidente de la República, solo y como integrante de la Alianza Federalista, en varios temas:
La crisis económica inducida desde Gobierno Federal en la Región Centro-Carbonífera; la falta de apoyo presupuestal para combatir la pandemia; la discrecionalidad de AMLO para distribuir las partidas presupuestales acordadas; la intentona por erradicar el uso de energía renovable; la desaparición de los fideicomisos, y la exigencia de adecuar el Pacto Fiscal a las realidades del Siglo XXI.
Además, ha logrado mantener con altibajos, por la pandemia, la inversión y el empleo en Coahuila; y de manera puntual ha blindado al estado de la inseguridad pública.
Este buen resultado electoral para el PRI es resultado de cinco variables: Una percepción del Gobierno positiva; una selección de candidatos robusta; una estructura electoral disciplinada; una relación entre beneficiarios de programas y PRI estricta, y un andamiaje legal contra litigios postelectorales sólido.
Esta victoria maciza no hubiese sido posible sin las limitantes de sus adversarios. El Partido del Trabajo, el Verde, el PRD y Movimiento Ciudadano son partidos parásitos que se alimentan de otros partidos para sobrevivir.
Ellos, por sí mismos, valen poco o nada por su ausencia de profesionalismo partidista y trabajo territorial. Por ello, ninguno alcanzó un segundo lugar en las votaciones.
Su votación fue tan baja que ni la sempiterna líder moral del PRD, Mary Thelma Guajardo, alcanzó diputación plurinominal. Tampoco Raúl Sifuentes, exsecretario de gobierno, lo logró con Movimiento Ciudadano.
¿Qué sucedió con el Partido de la Revolución Coahuilense y con Unidos, los dos pequeñuelos de reciente registro?
En 2021 ¿qué sucederá con el PAN, Morena y UDC? ¿Es replicable este triunfo para el PRI Coahuila ese año? ¿Puede extenderse a nivel nacional?
@Canekvin
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