Un gobierno enzoquetado

Y mientras en Acapulco la gente muere de sed y hambre, el zoquete inunda al gobierno y usa una emergencia humana para hacer campaña electoral.

En México al fango se le dice zoquete y, según la RAE, zoquete es “altanero”, “persona tarda en comprender” o “pedazo de carne vaca” o de buey… Y el Gobierno mexicano está enzoquetado.

A una semana apenas anuncia el plan de ayuda para Guerrero, pero lo hace asumiendo el solo la titularidad, no en un acuerdo con el estado, el municipio y empresarios…

Para López Obrador cualquier coyuntura se presta a dos cosas: Que se note que quién manda y que la acción sirva como publicidad de campaña para Morena, lo demás es accesorio.

Pero todo indica que desde el principio está fracasando en usar electoralmente la tragedia —El fracaso es su sino— y que se está pasando por el arco del triunfo el sufrimiento de la gente.

Además de versiones de que estaban concentrando la ayuda, lo que parece cierto aunque se haya negado, ha habido una campaña de desinformación, lo cual también es cierto.

Pero AMLO va de mentira tras mentira, de estirar la realidad para que le acomode, asegura que tres veces ha estado en Acapulco pero no hay un solo testimonio ni siquiera del aeropuerto.

También se aprovechó de la candidez de la Ministra Norma Piña, quien respondió con una propuesta de dialogo entre poderes para que se pudieran usar para Acapulco los recursos de 13 fideicomisos.

“La propuesta que se hace desde el Poder Ejecutivo al Poder Judicial representa una alternativa real que nos permitirá actuar como Estado, en defensa de su población”, dijo Piña.

“Quedo a la espera de la definición del canal institucional para dialogar los términos con la finalidad de concretar la propuesta en cuestión”, afirmó la presidenta del Poder Judicial.

Pero AMLO encajó las uñas: “Celebro lo que decidieron que los 15 mil millones de pesos de fideicomiso del Poder Judicial se destinen para apoyar a los damnificados de Acapulco”, dijo.

Es claro que para López el “canal institucional” es lo que diga su dedito, y así como comprometió al Poder Judicial se hizo el sordo al señalamiento de que hay 50 Mmdp de excedentes petroleros.

El martes Xóchitl Gálvez propuso un plan en la Cámara de Diputados en que puntualizó que este año hay excedentes enormes entre el precio de la ley de ingresos y lo cobrado por Pemex.

López Obrador aseguró ayer que hay un plan de recuperación que, muy a su estilo, habla de duplicar programas sociales, reconocimientos pero no dice de dónde va a salir el dinero además de 10 Mmdp.

Su plan no incluye trabajo temporal ni dice cómo van a sacar dinero los trabajadores y microempresarios que vivían del turismo y que no tendrán recursos por muchos meses.

La fotografía de López Obrador trajeado y dentro de un Jeep atascado en el zoquete, mientras los soldados tratan de sacar al vehículo sin usar el bómper o malacate, es la definición del sexenio.

Lo de zoquete altanero es indudable, lo de que tarda en comprender es cierto, y de hecho, tarda tanto que aún no se da cuenta que es Presidente; y lo de pedazo de buey no hay quien lo dude.

López, zoquete enzoquetado, en lugar de estar al frente de los trabajos de rescate en Acapulco hizo un periplo de nueve horas y estuvo unos minutos en Acapulco y regresó a CDMX en helicóptero. 

El daño ocasionado por Otis es tan grande que se habla que reparar los daños, restablecer servicios y fuentes de empleo, requerirá de no menos de 30 mil millones de dólares y tres años.

Pese a que el gobierno manipula los datos, el número de decesos que se filtra desde varias fuentes oscila entre 100 y 300 personas solamente en el área urbana de Acapulco.

Pero la mayor ausencia en el devastado Acapulco es de un Presidente bien nacido que se ponga a trabajar al frente del rescate, en lugar de hacer campaña y estar preocupado de su “popularidat

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